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Iván Roldán rating:
8
Drama Two disparate teenage girls from two broken homes develop an intense bond over their mutually dysfunctional backgrounds, and wage a desperate battle to save their friendship following a devastating act of betrayal. Misunderstood 15-year-old Ari feels completely alone in the world. Meanwhile, in the wake of her father's suicide, black-clad Oona resorts to cutting and grotesque art as means of expressing her pent-up grief. On the surface ... [+]
Language of the review:
  • es
November 12, 2018
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Hay temas que no son mi fuerte y el de la adolescencia, como un pasaje de transición y autodescubrimiento, es uno de ellos, me parece (si es el eje central) tedioso y excesivamente dramático; por otro lado, hoy día ha perdido mucho de su significado, reducible en la mayoría de las veces a mera fisiología en lugar de esa metamorfosis en “adultos”, a esa madurez psicológica… los adultos de hoy día, sin el peso de sacar adelante a una familia a los 18-20 años, siguen siendo adolescentes (a su manera). ¡En fin! No soy prejuicioso, también puedo ver películas donde el eje central sea la adolescencia, y en el caso de Lollipop Monster, una historia repleta de tópicos sacada a flote gracias a la antagónica magia de sus jóvenes protagonistas, su edulcorada puesta en escena, musicalidad y humor negro.

Con un estilo postmoderno la historia explora la improbable amistad entre dos chicas que sólo tienen en común el trato displicente de sus familias. Unidas por el suicidio del padre de Oona, un artista torturado por la infidelidad de su mujer, y la inquietud por experimentar de Ari. Juntas, se perciben como animales carnívoros. Tan opuestas entre sí como en sí mismas: Ari más algodonosa, electropop e instintivamente sexual y perversa, en contraste a Oona, casi asexual, inocente y oscura, inclinada por los sonidos industriales del rock gótico. Juntas, buscaran sobrevivir a sus familias.

Una película que paralela a la personalidad dispar de sus personajes (incluyendo la extravagante familia de Ari) cobra forma por el talento de su directora, a la hora de construir su relato. Plegado de detalles multicolores, cual collage audiovisual funcionando sin saturar la pantalla, por conducto de las ilustraciones y la pintura, de la musicalidad dominada por la voz de Alexander Hacke (bajista, guitarrista y vocalista de Einstürzende Neubauten), la poesía, y la fotografía coronada por los ángulos que nos arroja la cámara súper 16. Otro punto a favor es el diseño de producción que junto al maquillaje y vestuario erigen con tan sólo un vistazo, la psicología de sus personajes (la casa de Ari, su hermano y la novia de su hermano, sus padres, la habitación de Oona, e incluso los baños del colegio y el bar). Culminando con un final moderadamente idílico y surrealista.

A reiterar, me encanta el maquillaje de las chicas y la voz de Hacke. Buen debut como directora y coguionista de Ziska Riemann, quien después de 7 años se espera estrené en este 2018 Electric Girl, una película acerca de una joven que trabaja en el doblaje de una animación japonesa, y que de poco en poco cree que ella es realmente el personaje principal.

Más reseñas en:
https://teatro-vandrian.blogspot.com
Iván Roldán
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