O te envuelve si hipnótica atmósfera o te duermes antes de que acaben estos tres flipados en el calabozo (te recomiendo dejarla si lo segundo te acontece). Es una de esas películas 'mágicas' en las que lo que cuentan te importa una mierda y menos interesante aún es lo que no cuentan (alusión directa a quienes la critican por ser un 'drama carcelario' en el que "no sabemos como escapan", malditas etiquetas...). Tampoco va de conocer unos personajes super profundos, que sueltan discursitos filosóficos eruditos sobre el sentido de la vida (para eso ponte Martín Hache, que también mola mucho). Es simplemente un cuento, con una presentación de los personajes (me encanta el 'beatnik' Waits, pasando por la vida sin pena, sin gloria y sin motivaciones), un nudo (cárcel, huida e hilarantes peripecias Benignianas) y un desenlace (mezcla de "vivieron felices y comieron perdices" y "que la fuerza te acompañe" que te deja un regusto muy rico; a mí también me gustaría vivir así). La canción de los créditos (Jockey full of bourbon, del propio Waits) introduce de manera sublime el espíritu de esta joya.

Para mí esta película es un paréntesis en si, porque parece que ni antes ni después ninguna de estas historias exista más. Parece que las vidas de este trío sólo exista en tanto y cuanto que dura la película, y que cuando llega el final, se cierra el paréntesis y todo se acaba (y la verdad, que a gusto se estaba ahí dentro).