Dos de las supuestas pretensiones de los responsables, trasladar frío y trasladar sueño, quedan satisfechas con las ojeras de Al Pacino y con el aspecto de la inhóspita Alaska, que no ha cambiado mucho desde los tiempos de La quimera del oro. El traslado de la desazón de los homicidas, por contra, flaquea por cuanto a lo que se refiere a Robin Williams, quizá porque cuesta ubicar al de Chicago en la piel de un perturbado.
Segundo largometraje de Christopher Nolan, un largometraje acometido después de Memento y antes que otros que consolidaron su leyenda, es INSOMNIO acaso una pieza menor en una filmografía repleta de tesoros y un evidente campo de pruebas: el tono opresivo de la ópera prima, por ejemplo, sigue desarrollándose ahora bajo el sol perenne de las heladas tierras del norte de los Estados Unidos y estalla al fin, con entera plenitud, en Origen.
No repetiría Nolan después con Hillary Swank, que aparece más modosa y dulce fuera del cuadrilátero, y tampoco repitió con la dupla protagonista, el de la tarde de perros y la señora Doubtfire. Y esto, siendo el británico de los que acostumbra a regresar con no pocos de los que se ponen a sus órdenes (Cillian Murphy, Michael Caine, Christian Bale), bien pudiera significar que tanto aquélla como los otros le dejaron la mente y el alma tan heladas como las temperaturas que se registran, por regla general, en la capital mundial del fletán.