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Joan rating:
10
8.4
36,276
Drama
Margo Channing (Bette Davis), leading dame of the New York stage, is pushed aside by a fresh-faced fan who becomes her understudy, the duplicitous Eve (Anne Baxter). Eve’s humble background and eager innocence fools all while she subtly digs in her claws, tearing Margo from her friends and colleagues as she desperately grasps her chance for stardom.
Language of the review:
- es
March 6, 2009
5 of 5 users found this review helpful
Aseveraba Ethel Merman en la maravillosa y gloriosa canción “There’s no business like show business” pues eso mismo: Que no hay negocio como el negocio del espectáculo. Que se lo pregunten a la tal Eva Harrington, quien se propone llevar hasta las últimas consecuencias dicho mantra como vehículo existencial.
El siempre mágico, interesante, fascinante, mundo de las bambalinas de los escenarios, lo que se cuece entre bastidores, las relaciones entre los integrantes de la farándula, sus cuitas, nervios, envidias, egos, sinceridades, humanidades, dudas. Toda una bomba de relojería de la que unas copas en una fiesta, por ejemplo, pueden ser detonador de veneno verbal. Y la ambición. La ambición de esa tímida muchacha, esperando poder ver, admirar en persona, a su actriz favorita, Margo Channing (y en última instancia, ser ella o superarla). Esa muchacha de dulce apariencia, triste figura, que le serán útiles como caballo de troya al asalto del backstage teatral. Una entrada por la puerta de atrás con el anhelo de la salida por la puerta grande. Los minutos de fama (o quizá meses, o años,…) sobre los que sentó cátedra años después Andy Warhol. La picaresca mediante la inspiración de lástima como estocada al, en el fondo no tan gélido, corazón de la no tan dura Margo. La lágrima de la diva al oír el supuesto pasado que les relata la “pobre” fan no es sino una trampa rousseauniana: El creer en la inocencia y bondad, en la falta de mala fe de la muchacha que no está sino representando un teatro en su vida real, en pos de hacerlo en el Teatro, en el feudo de su idolatrada Margo.
Y lo divertido es que la historia puede repetirse… (Si la han visto, ya me entienden).
El siempre mágico, interesante, fascinante, mundo de las bambalinas de los escenarios, lo que se cuece entre bastidores, las relaciones entre los integrantes de la farándula, sus cuitas, nervios, envidias, egos, sinceridades, humanidades, dudas. Toda una bomba de relojería de la que unas copas en una fiesta, por ejemplo, pueden ser detonador de veneno verbal. Y la ambición. La ambición de esa tímida muchacha, esperando poder ver, admirar en persona, a su actriz favorita, Margo Channing (y en última instancia, ser ella o superarla). Esa muchacha de dulce apariencia, triste figura, que le serán útiles como caballo de troya al asalto del backstage teatral. Una entrada por la puerta de atrás con el anhelo de la salida por la puerta grande. Los minutos de fama (o quizá meses, o años,…) sobre los que sentó cátedra años después Andy Warhol. La picaresca mediante la inspiración de lástima como estocada al, en el fondo no tan gélido, corazón de la no tan dura Margo. La lágrima de la diva al oír el supuesto pasado que les relata la “pobre” fan no es sino una trampa rousseauniana: El creer en la inocencia y bondad, en la falta de mala fe de la muchacha que no está sino representando un teatro en su vida real, en pos de hacerlo en el Teatro, en el feudo de su idolatrada Margo.
Y lo divertido es que la historia puede repetirse… (Si la han visto, ya me entienden).