Logra cobrar interés a partir del minuto 15, que es cuando entra en escena el doctor David Thelwis anunciándole a Veronika que le queda un finito tiempo de vida. A partir de entonces la monótona progresión de la película produce sobresaltos morales al espectador con ciertas frases y diálogos que encierran un palpable interés, pero dicha sensación nunca es constante; puesto que el relato entero da la impresión de ser una fascinante obra que escarba en la psicología de personas con problemas existenciales y el modo del que son vistos por los responsables del manicomio, que sobrecoge al espectador debido a su claridad, pero que no termina por ser rotundo en ningún momento. A uno le gustaría que el toda esa especie de debate moral se presentase más complejo, al estilo del mejor de los análisis de 'Mentes Criminales'. Pero su falta de persistencia en cuestiones que sí realmente parecen ser de interés y los cuáles nunca tienen la atención deseada, merman a mi gusto el conjunto de una obra que, sabiendo de quién proviene, tiene toda la pinta de resultar más estimulante que la adaptación.

La película no logra crear una atmósfera de trascendencia. Se percibe una puntual finalidad de denuncia al sistema de funcionamiento de los psiquiátricos, dejando entrever actitudes que sitúan a los que tienen algún tipo de progreso al mismo nivel que al de los demás, como impidiendo que sobresalgan y 'molesten', lo cual va relacionado a la evidente funcionalidad económica que son las que, en última instancia, hacen mover este tipo de centros. No obstante ese supuesto acto de denuncia se queda en nada, lo cual crea cierta confusión: crear todas esas posibles negativas connotaciones en el espectador también formaba parte de ese plan de 'confundir' al espectador, o simplemente son cosas que se ha optado plantear y dejar en el aire? Por su parte, todo lo referente al debate de la vida o la muerte tampoco ha acabado por tener la repercusión deseada.