Correr desnudo por el bosque, comer carne cruda, acercarme una plancha hirviendo a la cara, desfigurar al otro tío que se está apretando a mi crush, entrar a una cafetería pegando tiros con una automática (bestial escena) y como no, escuchar en bucle las mismas tres o cuatro baladas trasnochadas.

Las películas suelen ser más entretenidas que la vida real porque la concentración de personajes con trastornos de personalidad llevados al extremo es bastante más elevada, por lo que el dramatismo está asegurado. Si estás tarado y te da igual todo, supones una fuente de entretenimiento irresistible para el resto, eres una atracción, la sal de esta tierra. Bang (no entiendo que no se haya prodigado más en la interpretación, no habrá querido) es un caso de manual de borderline (trastorno de personalidad límite) y Areces (genial cómico) igual. El payaso triste de Antonio de la Torre es una de sus interpretaciones más canallas, y obedece al perfil de trastorno de la personalidad antisocial, el de los maltratadores. Me hubiera interesado que se hubiera profundizado más en su personaje, pues los contradictorios, con doble rasero moral, me fascinan.

Hasta los efectos visuales cutres no desentonan, la película es como un cuento bizarro de ritmo trepidante repleto de ingeniosos símbolos en el que la forma de ser de cada personaje tiene sentido. Es una fábula a la que no se debe cribar con los mismos algoritmos que usamos para analizar la coherencia de una historia convencional. 'Balada triste de trompeta' pertenece al género 'Fantástico' y no es ningún agravio.

Conclusiones.

- La sensibilidad la desarrolla el perdedor o el que está en una situación de desventaja, los que juegan en el bando ganador no precisan de ella.

- El que es tonto está abocado al fracaso y de disfrutar solo de victorias efímeras, es como si hubiera nacido para sufrir y lo esté demandando.

- El otro perfil, el de carácter dominante tampoco se siente pleno, pero es más duro y temerario, se regocija en la barbarie.