Las críticas la han machacado y lo cierto es que «El muñeco de nieve» se deshace a cada paso.

Lo bueno que tiene es que es un thriller, y con esto ya gana interés porque siempre querremos saber quién es el asesino y a ser posible el porqué de los crímenes. La película trae poca sorpresa en este asunto: al principio despista un poco, al menos a mí me despistó, pero llega un momento dado en el que ves claramente lo sospechosos que son algunos comportamientos y así la intriga desaparece. Ahora bien, una vez más nos encontramos con lo que ya debería ser un género, lo que voy a llamar el thriller feminista, aquí de la mano de un hombre, el escritor noruego Jo Nesbø.

Me cansa un poco esa forma de hacerle la pelota a las féminas en lo que parece casi un proteccionismo falso e hipócrita. Las mujeres de «El muñeco de nieve» mienten, engañan, utilizan y desprecian al hombre, y el hombre tiene que asumir que es así porque «era una mujer libre». Pero esto ¿qué es? Lo que se les permite a ellas como acto de libertad y de independencia sería duramente criticado y rechazado en el hombre, así que de verdad que no entiendo esta insistencia en promover los peores valores humanos en las mujeres y hacérnoslo pasar por buenos. ¿De nuevo ese tufo misógino?

Sin embargo, me ronda por la cabeza otra lectura: la posibilidad de que «El muñeco de nieve» refleje en realidad el deseo oculto y frustrado de matar a las mujeres, que por cierto en los Países Nórdicos es donde más cotas de igualdad tienen y a la vez más violencia de género sufren. Así, lo que parece una denuncia, bien podría ser al mismo tiempo el desahogo de la pulsión masculina de atacar a esa nueva mujer que convierte al varón en un mero reproductor en el mejor de los casos y en un vago e inútil acompañante en el peor.

La película cuenta con el imponente Fassbender, a quien aun en una historia en la que tienen que estar a menos cero grados de temperatura le encuentran el momento y el lugar oportuno para lucirlo en ropa interior. El resto del reparto muy solvente, con Rebeca Ferguson en un personaje innecesario, J.K. Simmons o un desmejorado Val Kilmer.

El montaje desastroso y peor el guion: un thriller sin investigación, sin pistas, sin nada. Fría.