Uno de los mejores humoristas que ha dado España y al que puede que solo se le valore como merece únicamente cuando ya no esté entre nosotros, lo que es una lástima. Chiquito de la Calzada cambió de forma radical el humor español. Ha habido un antes y un después desde su aparición y aunque esto de por sí no quiere decir que su humor sea bueno, en este caso se trata de una prueba más de su eficacia. Fenómeno. Y que conste que no es un sentido del humor menor, como algunos afirman desde el prejuicio y desde una visión clasista del género.

Dicho esto, intentemos definir el humor de Chiquito de la Calzada, si es que es eso posible. Si disfrutáis del absurdo, Chiquito sería un perfecto representante, y absurdo de verdad, del absurdo sano y rompedor, porque no hay por dónde coger las muletillas y palabras que suelta. Destroza el discurso y el pensamiento lógicos y crea un nuevo lenguaje y una nueva actitud que, por mucho que se imite, es inimitable porque solo él tiene la capacidad de inventarlo. Los demás pueden repetir las frases y los movimientos que lanza, pero innovar en el humor «chiquitín» le corresponde solo a él. Y no nos equivoquemos, para llegar al personaje de Chiquito de la Calzada se necesita inteligencia y, por supuesto, una gracia innata que Gregorio Esteban Sánchez Fernández sí tiene haga lo que haga y diga lo que diga.

El cine aprovechó el furor que este humorista estaba causando y de ahí nació «Aquí llega Condemor», western comedia para troncharse de risa. Es lo que quiere y es lo que consigue, y además con una trama bien elaborada dentro de sus licencias humorísticas, como eso de que se caigan por un precipicio y no se maten, todo en plan tebeo. Los momentos musicales podrían haberse omitido sin problemas, pero, en fin, es lo de menos teniendo en cuenta el buen rato que te hace pasar.

¿Te has esterado, «grimor»?