Una historia negra se gestó, tiempo atrás, en un recóndito paraje de los Alpes franceses. Una secta dañina provoca una tragedia de enormes proporciones, dejando treinta años después, un legado de muerte y desesperación. Hasta aquí, la historia no puede ser mas sugerente y atractiva.

Antes del minuto 8 del primer capítulo, salta a escena un personaje llamada "Ida", la cual casi me provoca sarpullidos. Haciendo que me plantease, muy seriamente, mandar a "Antracita" por donde amargan los pepinos.

Ida, una geek millenial top, ataviada como una especie de Barbie teenager, que entre música chumpa - chumpa, nos hace un despliegue absoluto de su genialidad informática, top investigation con redes sociales, etcétera, que... ¿Dónde te has quedado Sherlock?. Automáticamente he convulsionado, y quería tirar la serie al cubo de la basura. Tengo que agradecer la templanza de mi hermano, que me ha instado a que no desfalleciera.

Posteriormente he conseguido empatizar con Ida, lamentando su particular triste situación por motivos de salud. Ida está enferma de cáncer (Leucemia), además ha renunciado a seguir con la quimioterapia. Ahí he de reconocer que me he enternecido por la desgracia de Ida.

Visto lo visto, da la sensación de que el gran Gurú y Mesías llamado Caleb, era más importante por su desempeño como semental, que por la sarta de sandeces de tipo existencialistas y mesiánicas que salían de su boca.

Tampoco falta la dosis preceptiva de homosexualidad, para que el relato no desentone.

Pero al relato le faltaba la guinda del pastel, como no podía ser de otra forma. En un giro maestro de 360 grados, nos situamos ante un nuevo escenario. Un calvorota viejo y feo, violador, además incestuoso, que de golpe y porrazo, hace que el cuadro genealógico que se ha gestado a lo largo de toda la historia, cambie radicalmente.

En fin.