Cuando uno empieza a ver "Quick change", el debut en la dirección de Bill Murray en conjunto con Howard Franklin, lo mínimo que espera encontrar son un puñado de situaciones alocadas, algún que otro diálogo divertido y, en efecto, otra interpretación de Murray que pueda elevar la película más allá de lo inicialmente previsto.

Entonces, cuando uno empieza a verla y observa como los gags se suceden sin gracia alguna.. las conversaciones son fofas, acartonadas y sin demasiada diversión, y la trama tampoco da para mucho, básicamente porque aunque las vueltas que se le dan no estén del todo mal confabuladas para ofrecer vida al film, peca de ser un tanto rancia, pues termina apelando al ingenio de uno de los mejores actores cómicos de toda la historia, el magnífico, histriónico (en ocasiones) y enorme Bill Murray.
Pero lo malo viene cuando, tras contemplar como nada de lo anterior funciona, el señor Murray no parece más que un triste boceto de lo que algún día fue: Ese alocado papel en "El club de los chalados", esas geniales muecas en "Cazafantasmas" o esa maravillosa caracterización en "Atrapado en el tiempo". Pero nada de nada, aquí de eso no hay absolutamente nada, pues parece que ese gran actor se empeña en acompañar la cinta con la palabra que mismamente la define, sosa, y no saca ni un ápice de talento para arreglar el desaguisado.
Y está claro, si en una propuesta donde él puede ser un eje, termina por no funcionar... oremos al cielo o... hagamos la vista a otro lado...