Película de genero(s), comercial, constreñida por las estrellas, por el deseo voraz de romper la taquilla, por un director convencional, por la historia, por Dios..., pero no, hay esperanza todavía, en este caso no, aquí es diferente, hoy (cuando se hizo) no, ocurrió el milagro (o casi), esta vez la historia se dinamita a sí misma y se convierte en una humorada, en un cuento de terror perversamente lúdico, gozoso, excesivo, brillante; una juerga, una mamarrachada que nunca acaba de perder el control (qué pena), pero que sí se refocila en el canto a un diablo de pacotilla que baila y canta (bravo Pacino) y que nos recuerda y celebra el fango que somos, y que le indica el camino al pánfilo (cara de palo Reeves) del protagonista, camino en el que todos le apoyamos; que sí, que mande al carajo a la pelma de su mujer (bellísima Charlize, pero qué pesada la tía) y a la meapilas de la madre, y que sí también, por favor, que se cepille a la pelirroja, a la china, a Pacino (¿por qué no?), que se corrompa, que se venda, que sí..., hartos ya de tanta comedia romántica y tanto Bruce Willis insufrible.
Ya sé que no hay para tanto, pero hay que aprovechar la rendija por muy pequeña que sea.