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Ferdydurke rating:
9
8.0
26,374
Western
A band of brutal outlaws led by the bitter Pike Bishop (William Holden) is decimated when a railroad company ambush led by Pike's old pal Deke Thornton (Robert Ryan) turns into a bloodbath. Barely escaping, the six survivors head to Mexico with Thornton's cutthroat bounty hunters in hot pursuit. They get on the good side of a Huerta warlord named Mapache (Emilio Fernandez) by taking his commission to steal U.S. Army guns in a daring ... [+]
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- es
July 21, 2014
10 of 13 users found this review helpful
Una fiesta. Uno de los mayores iconos, una de las películas con mayor peso (y poso), de las que más han influido, de las más salvajes y poderosas; una celebración de lo que significa este arte, banal y bello, superficial y prodigioso.
Saturado de escenas míticas, de personajes legendarios, de épica y derrota. Desde el comienzo abigarrado y brutal; niños crueles, desfile grotesco, atracadores despiadados, sabandijas esperando...; hasta uno de los más grandes finales de la historia.
Persecución y tragedia. Épica marginal masculina: putas, alcohol y violencia.
Lucha titánica entre dos héroes caídos, Holden versus Ryan; dos profesionales de verdad, personajes (¿a?)morales hasta el delirio, comparten el mismo código, los mismos valores; las circunstancias los separaron y se "aman" en la distancia. Comandan dos cuadrillas de siniestros asesinos, los primeros conservan cierta dignidad, los segundos son mercenarios memos y desgraciados, inútiles y desalmados. Comienzan peleando por el dinero americano (el gerifalte del ferrocarril como capataz infernal, representante del poder cruel) y acaban metidos en plena revolución mexicana.
"No es país para viejos", los tiempos han cambiado. Cansados y vencidos. Feos, sudorosos y cascados. No hay refinamiento ni fotografía de postal; reinan la vulgaridad y el realismo cochambroso. Feroces e infantiles, primarios y violentos; la risa como calmante y desengrasante ante tanta tensión y amenaza.
Peckinpah idealiza a sus personajes (los convierte en leyenda), pero no los ablanda ni adecenta, los disfrutamos en toda su miseria y cutrez. Es un canto a los perdedores, a los "brutos, sucios y malos", a la gente humilde, al pueblo mexicano, y, sobre todo, un canto a la amistad, a la gente que no se entrega ni se vende, que se resiste ante los que mandan (Mapache, otro símbolo de la corrupción del poder); una canción canalla, lírica y hermosa sobre los que están al margen; el canto del cisne de unos perdedores; el retrato de un gesto inútil pero significativo.
A mitad de camino entre John Ford y Sergio Leone, del cine clásico al posmoderno.
Película irregular, caótica y poco convencional, pero viva, grande en su ambigüedad y riqueza, en todos sus matices y vaivenes, en sus idas y venidas, en su trama deslavazada y contradictoria.
Saturado de escenas míticas, de personajes legendarios, de épica y derrota. Desde el comienzo abigarrado y brutal; niños crueles, desfile grotesco, atracadores despiadados, sabandijas esperando...; hasta uno de los más grandes finales de la historia.
Persecución y tragedia. Épica marginal masculina: putas, alcohol y violencia.
Lucha titánica entre dos héroes caídos, Holden versus Ryan; dos profesionales de verdad, personajes (¿a?)morales hasta el delirio, comparten el mismo código, los mismos valores; las circunstancias los separaron y se "aman" en la distancia. Comandan dos cuadrillas de siniestros asesinos, los primeros conservan cierta dignidad, los segundos son mercenarios memos y desgraciados, inútiles y desalmados. Comienzan peleando por el dinero americano (el gerifalte del ferrocarril como capataz infernal, representante del poder cruel) y acaban metidos en plena revolución mexicana.
"No es país para viejos", los tiempos han cambiado. Cansados y vencidos. Feos, sudorosos y cascados. No hay refinamiento ni fotografía de postal; reinan la vulgaridad y el realismo cochambroso. Feroces e infantiles, primarios y violentos; la risa como calmante y desengrasante ante tanta tensión y amenaza.
Peckinpah idealiza a sus personajes (los convierte en leyenda), pero no los ablanda ni adecenta, los disfrutamos en toda su miseria y cutrez. Es un canto a los perdedores, a los "brutos, sucios y malos", a la gente humilde, al pueblo mexicano, y, sobre todo, un canto a la amistad, a la gente que no se entrega ni se vende, que se resiste ante los que mandan (Mapache, otro símbolo de la corrupción del poder); una canción canalla, lírica y hermosa sobre los que están al margen; el canto del cisne de unos perdedores; el retrato de un gesto inútil pero significativo.
A mitad de camino entre John Ford y Sergio Leone, del cine clásico al posmoderno.
Película irregular, caótica y poco convencional, pero viva, grande en su ambigüedad y riqueza, en todos sus matices y vaivenes, en sus idas y venidas, en su trama deslavazada y contradictoria.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
El final es de un romanticismo furioso y exaltado. Orgía de la violencia y celebración de la sangre. Leone, Coppola, Tarantino...
Juntos hasta el final. Esa es su ley y moral, no abandonar nunca al amigo. Se trata de morir, a ser posible con grandeza; los tiempos han cambiado y no tienen sitio, son seres de otro tiempo, sin lugar ni sentido.
Sexo antes de la muerte. Para llegar limpios. Gente de orden se hubiera retirado a meditar o rezar, estos seres crapulosos recurren a las putas. En este grupo de héroes románticos también hay víboras sin escrúpulos; sin embargo, todos se ofrecen a la muerte con la misma generosidad, desesperación y rebeldía. Son arrastrados por los principios del mexicano (una mujer desencadena la tragedia, como Helena de Troya), esa es la excusa, no aceptar con resignación ni mansedumbre el destino, llevarse por delante a todos los indeseables que se pueda.
Todo es grandeza y emoción desde que Pike se viste en la habitación con la puta hasta que empiezan los tiros; con una sola pregunta, "¿vamos?", está todo dicho, no hace falta más; juego de miradas y sobreentendidos; el paseo y la inmolación.
Juntos hasta el final. Esa es su ley y moral, no abandonar nunca al amigo. Se trata de morir, a ser posible con grandeza; los tiempos han cambiado y no tienen sitio, son seres de otro tiempo, sin lugar ni sentido.
Sexo antes de la muerte. Para llegar limpios. Gente de orden se hubiera retirado a meditar o rezar, estos seres crapulosos recurren a las putas. En este grupo de héroes románticos también hay víboras sin escrúpulos; sin embargo, todos se ofrecen a la muerte con la misma generosidad, desesperación y rebeldía. Son arrastrados por los principios del mexicano (una mujer desencadena la tragedia, como Helena de Troya), esa es la excusa, no aceptar con resignación ni mansedumbre el destino, llevarse por delante a todos los indeseables que se pueda.
Todo es grandeza y emoción desde que Pike se viste en la habitación con la puta hasta que empiezan los tiros; con una sola pregunta, "¿vamos?", está todo dicho, no hace falta más; juego de miradas y sobreentendidos; el paseo y la inmolación.