¿Habría Lee Spike ya de una puta vez una versión muy chula y propia hecho como los cánones mandan exhausta de conciencia, ahíta?
Grupo salvaje en la frontera los gastados profesionales con la otra cara de la luna se mezclan/inmolan por una buena causa la mejor de todas (la nada perfecta) murieron con las botas puestas y el alma (incrustada) en el entrecejo. Sin perdón y sigue la lista me viene a la cabeza el chaval que no veía una mierda y que los deja tirados como este, aquel el pobre sin hembra siquiera a dos velas a pajas a diestra siniestra ambidiestra dieta abstinencia o Kill Bill, ese viejo...
Es supone una cruda melancólica jugosa inane cargada de símbolo reflexión sobre la soltería, siete máquinas perfectas que dan pena, arrastran un gran dolor consigo, astuta autocrítica contrita, del que vaga por las putas y los tugurios, los cierrabares esos bichos, nunca con cama caliente ni a la paciente espera parienta encuentras, solo aventuras barruntas.
Y es sostiene a la vez viruelas un retrato feroz de los casados, esas (malas) bestias cansadas (de burro cargas), del matrimonio martirologio que achanta aplana alisa achata el alma empequeñece emputece y miserabiliza, por donde mira, tú. Ni contigo ni sin ti tienen mis bienes recuerdo ni mis males final ni principio, ni solo ni tan acompañado, me busco pierdo.
Bronson un millonario excéntrico que leña con hacha corta y apila y hace un montoncito a la luz del sol del oeste mítico está escindido y muere, México e Irlanda espido freire como el Pedro Páramo de Carlos Fuentes y un tal John Gavin guapo y alto como un pino erecto. Horst Buchholz un dos tres mambo también, ni granja ni pistolero tiros a medio camino, y vive, se camufla, lo que tiene, ella le redime del pecado de estar vivo, el amor está para eso, para salvar almas y encauzar sino la jodienda misma, darle desembocadura al instinto, boca de lobo, de hambrientos tobogán sin freno, la hambre manda.
Tiene hondura y es infantil, bambolea como Julio Iglesias en los ochenta esa patria, está tensa y suelta, abracadabra pata de cabra, sana sana culo de rana.
Cuando no hay ley ni estado, campa (a sus anchas se enseñorea se hace la mama ama) la ley de la selva. Cuando sí lo hay ya era hora, se impone la sustracción sistemática y rutinaria, muy de curso legal, de todos tus dineros en aras de la mejor siempre causa y consecuencia se enroscan la una y la otra, calma. Susto o muerte. Vivir con miedo o estar muerto tan tranquilamente. Violencia versus sueño. Ha estallado la paz y que sea lo que el de arriba y abajo quiera o se le aparezca antoje.
Los mexicanos católicos son mansos corderos, víctimas propiciatorias bobaliconas, benditos despojos, tristes pendejos, buenos salvajes amaestrados como monos en (la) feria, los protestantes anglosajones o lo que sean libres y libérrimos, atrabiliarios pendencieros, carneros sacrificiales, matarifes de spleen repletos, baudelarianos no tanto, acaso.
Larga vida o ser una fugaz estela, nada más.
Estaba claro que encontraron allí El Dorado. Oro puro. Un poco.
El verdadero asceta es aquel que se niega anula tanto a sí mismo que hasta cuando gana por goleada pierde no el último minuto, sin honra apenas, siempre.
Eli Wallach es con mucha diferencia el mejor actor, de eso trata y los tenía que haber matado a todos, le perdió la compasión cristiana como previó Friedrich, su moral de hierro fiero, el único de palabra hombre y principios firmes, el rey filósofo filoso de Platón, entre tanto ganso o figurín de barro, de todo el esperpento sainete aquelarre, final feliz anticipado para formar allá un feliz falansterio, una comuna jipi gitana antes de tiempo, eso, brumario.
Hernán Cortés y la Malinche se encuentran. Un mundo nuevo el hijo será Moctezuma o Joh Connor el líder de la resistencia marxista, el nativo, el tótem, Aleister Crowley, Alcaraz Carlos, perdió Canelo, yo lo lamento, Grandes la Almudena, Malcolm X, Edipo, Espartaco, Mario Vaquerizo canta algo, Sinatra, Sandokán, y Hulk.