Detalles la mar de buenos, oceánicos:
- Las trata a baqueta, a palos desde el principio, a eso no se atreverían los demás, al agua patos.
- Lo del ojo de Hopper como en Terminator, hermoso. Al cachondeo.
- Las branquias y las membranas. Monstruo marino. Mutante. Aberrante.
- Todo el aparataje del barco.
- La alucinante y maravillosa escena en la que ven la tierra hundida, inesperado regalo.
- Cuando la niña, como aquella adolescente del Jinete pálido, anuncia la llegada del ángel exterminador Costner, ni la muerte conoce su nombre, bello.
- La disparatada escena del animal ese que sale un segundo y ya se lo comen, tremenda joda, parodia.
- Cuando Hopper arenga a las masas y las toma el pelo a conciencia para variar como después reconoce tan tranquilamente, se ríe en su cara, certera sátira política o religiosa (tanto monta, en verdad son exactamente lo mismo, lo sabe hasta un piojo), no hace falta ir muy lejos, hermanos, remad.
- Las explosiones, los arpones, los atolones.
En fin, que una pequeña gran fiesta para paladares exquisitos, amantes de la vida y el arte, sumilleres, sibaritas, abstenerse pacatos y/o estreñidos.
Y se va sin más, al ancho mar a navegar. Ya volverá. Solo hay un poco que ponerse a rezar.
Ah, una última cosa destacable de esta rica obra, sí, hay cambio climático, confirmado.