La consagrada fotógrafa se estrena en la gran pantalla con una propuesta equilibrada entre el bio-pic comercial y la mirada intima al drama familiar que vivió un adolescente de Liverpool antes de convertirse en mito e icono mundial. Con apabullante solvencia para ser su primer largo, dirige con soltura y eficacia una narración clásica trufada de algún detalle estético personal y una producción exenta de alardes donde la caracterización y la labor de vestuario son suficientes para acotar el momento histórico. Si bien fans y no fans disfrutaran con este o aquel detalle del, como empezó todo, "Nowhere boy", es el drama a tres bandas, dos mujeres y un chaval, cargados de frustraciones y dolor, de dos estilos de vida a priori irreconciliables que marcaron existencialmente a alguien que a su vez marcó a millones de jóvenes y no tan jóvenes en todo el mundo a través de su música y su forma de entender la vida. A pesar del excelente trabajo de Aaron Johnson y ser aquel sobre el que se posan las miradas, son Kristin Scott-Thomas y Anne-Marie Duff quienes ponen toda la carne en el asador en un memorable trabajo.

Como no emocionarse con Thomas Brodie y su composición de Paul, la otra pata de un dúo, convertido en cuarteto que si no cambiaron el mundo por lo menos lo movieron.
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