Descafeinada revisitación de la mítica serie de culto de ciencia ficción de los años 60 “The Prisoner”. Bueno, la primera mala elección la tenemos en su protagonista, número “6” (Jim “cara de acelga” Caviezel), flemático a más no poder, cuyas limitadas dotes interpretativas inhabilitan cualquier posibilidad de empatizar con el personaje y sus devenires. Dichas desventuras están filmadas con un montaje pretendidamente modernillo y casi experimental, como un intento de mezclar la serie original con “Perdidos” y el cine de David Lynch, pero sin el talento de ninguno de ellos, resultando una narrativa confusa, tediosa y anticlimática.

La cosa va así: número “6” se despierta en el desierto, presenciando una persecución. Tras auxiliar al perseguido, encuentra un pueblo, “the village”, en el que todo parece sacado de una urbanización norteamericana de los años 50. La gente sigue sus modestas, tranquilas y limitadas vidas, supervisados bajo la atenta mirada de número “2” (espléndido Ian McKellen); pero claro, no todo es tan fantástico como aparenta. A partir de aquí, “6” se empeñará en encontrar la manera de huir y destruir el control de “2” sobre su vida y las de los demás habitantes.

Todo lo que podría resultar interesante, o sea, qué es “the village”, ese emporio idílico en el que toda su población posee números en lugar de nombres, que parece feliz prisionera y desconocedora de la existencia de un mundo exterior, más la constante pugna de “6” (la libertad) contra “2” (la seguridad), se diluye en una filmación cáustica y desapasionada en la que el sopor y la indiferencia dominan el metraje. Una lástima porque el punto de partida prometía, pero no se puede plantear un enigma distópico, que tampoco es que sea el culmen de la originalidad, con una puesta en escena tan insulsa, a la par que pretenciosa.

Sus únicos aciertos residen en cierto aliento pesimista que huye del clásico happy end y, cómo no, la masterclass en actuación que imprime Ian McKellen como omnipresente demiurgo, eclipsando a todo quien osa compartir plano con él. De hecho, si acabé de seguirla hasta su sexto y último capítulo no fue por otra razón que verlo en acción. Mejor retomar la serie original y obviar este fallido intento.