Película distópica, de un futuro cercano y sólo probable desde una perspectiva autoritaria, pero no actual, no al menos en los términos que expone la película: gobierno autoritario que reclama más poderes para sí con el objetivo de hacer frente a un enemigo interno -o externo, da igual- que amenaza no se sabe muy qué valores propios y tradicionales...
Un hombre se aparta del mundanal ruido y se va a una isla de Nueva Zelanda a intentar olvidar su divorcio traumático. Encuentra una radio y compra un fusil para matar a los topos que le arruinan la cosecha... le detienen y se pone de parte de la oposición.
Primera película de un director de largo recorrido, con muchos años de carrera pero pocas películas en proporción.
El reparto es Sam Neill en su primera película para la gran pantalla (ya había hecho una para la televisión), y con la intervención de Warren Oates. Los demás no me son conocidos, en absoluto.
Interesante cinta, sin más. Probablemente muy impactante en su momento, de más éxito -de público y crítica- seguramente, pero ahora muy superada por cientos de producciones de similar factura, contenido y producción.