Puede que ‘Orca’ nazca a la sombra de ‘Tiburón’, pero de dicha sombra sale sin problemas y encuentra su propia identidad, surcando una ruta diferente a la de la película de Spielberg.

Algún tinte de terror tiene, pero su naturaleza es la de un drama intimista desarrollado en un entorno de aventura de corte fantástico, con trasfondo ecologista. Es una historia de corriente fatalista, que indaga en las consecuencias de las acciones que realizamos, o mejor dicho, en afrontar esas consecuencias con integridad. También es una historia de venganza que nada en aguas grisáceas, en las cuales al público se le plantean dilemas morales de difícil resolución. El capitán se arrepiente de sus actos, pero ello no arregla el mal causado, ni parece ser suficiente para una orca cuya represalia se torna demasiado cruel. Podemos empatizar con ambos lados, a la par que rechazarlos.

Me ha resultado muy estimulante. Tiene escenas trágicas que hacen mella. Visualmente es bonita, con esas escenas de las orcas, el mar, el pueblo costero… O toda la parte polar, gélida como la narrativa, un poco surrealista, pero hermosa. Curiosamente esa parte es un set fabricado para la ocasión; mientras que para las orcas se usan tanto reales como ballenas de goma realistas. El tiburón del inicio es real, capturado por expertos cazadores.

En el reparto destacan un entregado Richard Harris y una bellísima Charlotte Rampling.

La película está bien, es curiosa, entretenida, una de esas pequeñas joyas que te encuentras a veces, pero tiene un elemento que destaca individualmente, a la vez que mejora el conjunto: la música de Ennio Morricone. El compositor crea aquí una de sus mejores partituras, una melodía tristísima, que emociona en cuanto suena, recorriendo cada centímetro del alma.

Merece la pena.