Hay que reconocer que Rachel Weisz sabe elegir sus papeles. No sólo es preciosa, si no además inteligente. Sus papeles siempre son controvertidos, apasionados y luchadores. Así es fácil destacar entre tanta niña mona.

Aquí se enfrenta a un Goliat: la industria farmaceútica. Esa industria que compra voluntades con facilidad porque factura cantidades obscenas de dinero. Esa industria que te quiere convencer de que trabaja para desarrollar medicamentos que te curen, pero que en realidad lo que les gustaría es que fueses un enfermo crónico, para así consumir sus caros productos de por vida. Esa industria que cada pocos años utiliza a su puta, la OMS, para alarmar a la población con epidemias de dudosas evidencias.
Basta buscar en google "talidomina" o "precio medicamentos hepatitis C" para darse cuenta de qué clase de empresarios estamos hablando.

Esta película va de cómo un laboratorio farmaceútico utiliza a los políticos para evadir los controles que a la industria se le imponen desde organismos internacionales. Caiga quien caiga. Un asunto turbio, e incómodo para muchos.