Los maleantes que le toca enfrentar como parte de la máscara lo convierten en el hombre adepto de armas tomar cuando tiene que afrentarse ante una tropa de débiles mentales y peleles que sucumben entre los alrededores de Valley en Nueva York con convertirse en un héroes de perdedor y subestimado a un ganador y alocado.

Las transiciones se transformaron de repente en pulgas que recorrieron todo a mi cuerpo hasta poder brincar y brincar sin parar. Es la comedia que puede no llevarse el sobrenombre de Fiestero Codiciado, La Máscara se define como una historia con altas cantidades de vitaminas rojas capaces de despertar a un público abatido. Una excelente dosis de terror añadida por Peter Greene, aunque hubo veces que se lo ve menos convincente, hasta llegar a ponerse el elemento de la locura que lo devora.

Pero debería haber una mejora opulenta y bien empujadora a la hora de la violencia, esas defensas fueron menos audaces, porque no revelan un destello por más que Jim Carrey se atropella en comentarios hasta sacar al mafioso de sus trastes, pero como pasa todo y casi sin querer, se lleva una victoria como su último regalo de navidad hasta que no llegue la última tonada de Santa Claus en su trineo.

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Estupendo