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Carlos Ceballos rating:
10
7.4
49,857
Drama. Romance
Set in 1851, a mute Scottish woman (Hunter) arrives in colonial New Zealand for an arranged marriage, with her precocious young daughter (Paquin) and beloved piano in tow. When her practical new husband (Neill) refuses to transport the piano to their home, the woman reluctantly agrees to a sexual relationship with a neighbor (Keitel) as a means of gaining access to the instrument.
Language of the review:
- es
December 31, 2018
6 of 7 users found this review helpful
El piano es una película extraordinaria, una obra maestra, y lo es para mí por la cantidad de sensaciones que me transmitió, y porque lo hizo a través de nuevas formas de lenguaje, logró que una experiencia mostrada de forma audiovisual fuera también percibida por el resto de mis sentidos.
Primero que todo, la cámara de Campion, su manera de dirigir es tan íntima, tan compleja... Con una consciencia absoluta del poder de la imagen, de que cada plano puede aportar matices a la historia, o transmitir un mensaje contundente desde el silencio (como el de su protagonista muda), y lo hace con el intrigante entorno natural neozelandés de fondo, y con poderosos actores, que hacen un equipo magistral con ella; Holly Hunter no dice una palabra en todo el film, y aun así la comprendemos totalmente, y experimentamos junto a ella una intrincada gama de sentimientos que van desde la inocencia y la alegría hasta el amor, el deseo, pasando lamentablemente por el dolor, la incomprensión, la frustración y por supuesto las ansias constantes de libertad en cada aspecto de su vida, ella es un retrato de lo que ha sufrido históricamente la mujer en las sociedades machistas; la actuación de Holly Hunter es una de las mejores la historia del cine, desde la sutileza, con cada mirada, con cada leve movimiento, parece entrar en lo más profundo de tu psique, y quedarse allí, comunicándose a través de su sola presencia.
El resto del reparto hace un trabajo a la altura de Hunter, Harvey Keitel muestra la obsesión y la vulnerabilidad en un personaje rudo, Sam Neill encarna a un hombre que va acumulando gradualmente resentimiento, y ninguno de los dos cae en estereotipos, la joven Anna Paquin (con 11 años de edad) aporta inteligencia y algo de malevolencia momentánea a la hija de la protagonista, a quien interpreta poderosamente (me recordó a la destacadísima actuación de Brooke Shields a sus 12 años en la controversial Pretty Baby de Louis Malle). La película utiliza simbolismos muy interesantes para representar la intimidad física y mental de los personajes (de la cual se hablará en los spoilers) y utiliza un elegante erotismo a través del tacto, equilibrando lo visualmente explícito con aquello más sugestivo (al estilo de Buñuel en Belle de Jour), y es impactante el poder de Jane Campion para transmitir sensaciones de la piel a través de imágenes, no solo en una sino en varias escenas, sin duda una experiencia única, indescriptible.
Finalmente, teniendo claro que los apartados técnicos están espectacularmente logrados y al servicio de la historia, pienso que la reflexión fundamental de esta obra de arte es el estudio del silencio, y de las diferentes formas de comunicación, a través de estados emocionales, de expresiones, de los solos de piano de la protagonista, de la imagen, de las sensaciones, de los lugares, de las perspectivas… aquella comunicación que no requiere palabras; aunque no digas nada, porque no quieres, o no puedes, tienes la mente y tus pensamientos y allí, eres libre.
Primero que todo, la cámara de Campion, su manera de dirigir es tan íntima, tan compleja... Con una consciencia absoluta del poder de la imagen, de que cada plano puede aportar matices a la historia, o transmitir un mensaje contundente desde el silencio (como el de su protagonista muda), y lo hace con el intrigante entorno natural neozelandés de fondo, y con poderosos actores, que hacen un equipo magistral con ella; Holly Hunter no dice una palabra en todo el film, y aun así la comprendemos totalmente, y experimentamos junto a ella una intrincada gama de sentimientos que van desde la inocencia y la alegría hasta el amor, el deseo, pasando lamentablemente por el dolor, la incomprensión, la frustración y por supuesto las ansias constantes de libertad en cada aspecto de su vida, ella es un retrato de lo que ha sufrido históricamente la mujer en las sociedades machistas; la actuación de Holly Hunter es una de las mejores la historia del cine, desde la sutileza, con cada mirada, con cada leve movimiento, parece entrar en lo más profundo de tu psique, y quedarse allí, comunicándose a través de su sola presencia.
El resto del reparto hace un trabajo a la altura de Hunter, Harvey Keitel muestra la obsesión y la vulnerabilidad en un personaje rudo, Sam Neill encarna a un hombre que va acumulando gradualmente resentimiento, y ninguno de los dos cae en estereotipos, la joven Anna Paquin (con 11 años de edad) aporta inteligencia y algo de malevolencia momentánea a la hija de la protagonista, a quien interpreta poderosamente (me recordó a la destacadísima actuación de Brooke Shields a sus 12 años en la controversial Pretty Baby de Louis Malle). La película utiliza simbolismos muy interesantes para representar la intimidad física y mental de los personajes (de la cual se hablará en los spoilers) y utiliza un elegante erotismo a través del tacto, equilibrando lo visualmente explícito con aquello más sugestivo (al estilo de Buñuel en Belle de Jour), y es impactante el poder de Jane Campion para transmitir sensaciones de la piel a través de imágenes, no solo en una sino en varias escenas, sin duda una experiencia única, indescriptible.
Finalmente, teniendo claro que los apartados técnicos están espectacularmente logrados y al servicio de la historia, pienso que la reflexión fundamental de esta obra de arte es el estudio del silencio, y de las diferentes formas de comunicación, a través de estados emocionales, de expresiones, de los solos de piano de la protagonista, de la imagen, de las sensaciones, de los lugares, de las perspectivas… aquella comunicación que no requiere palabras; aunque no digas nada, porque no quieres, o no puedes, tienes la mente y tus pensamientos y allí, eres libre.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Sin duda las escenas donde se muestra el íntimo contacto de piel son magistrales, una icónica es en la que el personaje de Harvey Keitel rodea con su dedo un pequeño espacio de piel a través del agujero en una media de la protagonista, indudablemente de un extraordinario simbolismo, pudiendo tener diversas interpretaciones, describiendo lo erótico, el acto sexual, el abuso, la desnudez tanto física como emocional, algo que realiza también en la escena donde un perro lame la mano del esposo cuando los ve intimando a través de una rendija (recurso brillantemente usado a lo largo del film), luego cuando Holly Hunter toca a Sam Niell con la palma y el dorso de la mano, con todo el antebrazo, y hace esto en un estado de sonambulismo, no solo describe intimidad, sino que se la muestra sin saber a quién la realiza, son caricias que en la mente de la protagonista son con una persona, y que en la realidad son hechas a quien reprime precisamente esa situación. Por otro lado la escena donde cortan un dedo es brillante, porque no la vemos, sino a la niña que la presencia, quedamos pasmados ante su expresión, oímos sus gritos, vemos un pequeño chorro de sangre… Sabiendo que con esto no sólo se está castigando a la protagonista por amar, por querer ser libre, sino, que quitándole esa parte de su cuerpo también limitan la que es la gran pasión de su vida, tocar el piano, y el piano… que es otro personaje, desde la escena inicial en la playa, en cada canción que es tocada, en su tecla donde se escribe un mensaje de amor, en el golpe de hacha que recibe, y finalmente, siendo el peso que hunde a la protagonista en el fondo del mar… Escena que representa el renacer de nuestro personaje a una nueva vida. Obra maestra.