Winterbottom elabora un ensayo de película, más que un cine de ensayo, que se hace largo e interminable, pese a su corta duración como largometraje y pese a enlazar las escenas de sexo e intimidad de una pareja con actuaciones de grupos de rock, seguramente porque esa alternancia resulta arbitraria, y porque la hilazón narrativa entre las escenas de rock y de música es casi inexistente. Se habla de pornografía y erotismo para entender estas escenas de sexo explícito, pero este sexo, ya sea solitario o en pareja, está rodado con una extrema frialdad, lo que le resta interés, convirtiendo estas escenas en algo incómodo y casi insoportable para el espectador. La actuación de la pareja protagonista resulta igual de fría, y no conseguimos empatizar con ellos. La conexión entre sexo, rock y drogas no sólo está muy manida sino que además está mal planteada. En suma, me parece un film malogrado, que no convence, por mucho que quiera provocar o experimentar.