"Offside. Fuera de juego" es un largometraje muy bien rodado, muy bien interpretado, y muy bien contado. Al verlo, da la impresión de que todo lo que estamos contemplando es absolutamente real, como un fragmento de vida capturado por la cámara. La pasión por el fútbol, el patriotismo relacionado con un deporte de masas/espectáculo/negocio como el fútbol, presente en la historia, hace que cualquier espectador del mundo empatice rápidamente con lo que ve, y que el relato cobre una dimensión y un alcance universal. Hay en la historia, sin duda, una tensión entre esa universalidad del fútbol, y de las pasiones que despierta (pasiones que no comparto) y las pecularidades iraníes, como el hecho de que no se permita el acceso a las mujeres iraníes a los partidos de fútbol.

Panahi, a partir de esto, hace una inteligente denuncia del machismo del régimen iraní, de la moral de un régimen político que parece no atender a la marcha de los tiempos. La visión de las chicas protagonistas, encerradas entre vallas, en el exterior del estadio de fútbol, es una metáfora de la situación de la mujer en Irán, y de su lucha por unos derechos básicos que se le niegan, por razones absurdas. Esta denuncia social de los derechos de las mujeres está íntimamente relacionada con la comedia. Al presentar la denuncia como una comedia, la denuncia se vuelve más inteligente, más incisiva, más profunda. Jafar Panahi crea una comedia coral, muy mediterránea, no lejana de un Luis García Berlanga.