El Neville de la novela se ensaña tanto con los vampiros como con los infectados. Porque los vampiros no son máquinas de matar de videojuego, sino personas infectadas y afectadas que temen al monstruo, al asesino, a Neville. En la película no hay medias tintas, los vampiros parecen salidos de cualquier bodrio de terror donde lo que importa es cargarse muchos como en los videojuegos.

En la novela te metes en la piel del personaje, en su soledad: una soledad absoluta. Y una reflexión sobre la normalidad. Simplemente hay otra sociedad alternativa. Aquí todo se resuelve en un final que parece copiado literalmente del "Día de los trífidos"... ya puestos a fagocitar.