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Spain Spain · Londres
Sitodine rating:
7
Sci-Fi. Fantasy. Horror Miles Bennell, a GP in the small Californian town of Santa Mira, returns from an out-of-town meeting to find himself inundated with calls from locals insisting that members of their family are not the same people any more or have changed in some way. Believing this to be some type of mass hallucination, he refers them to a psychiatrist. He meets his old girlfriend Becky Driscoll and starts seeing her again. They are interrupted at ... [+]
Language of the review:
  • es
August 31, 2011
19 of 20 users found this review helpful
Mucho se ha hablado a cerca de las connotaciones políticas de esta película. Para algunos, era más que evidente que se trataba de un discurso contra MacCarthy, toda una alegoría de la caza de brujas. Posteriormente, Don Siegel afirmó que la película hablaba en realidad de la amenaza comunista.

Pero ¿Qué decía Jack Finney, autor de la novela?

[…He leído varias teorías sobre el significado de la historia, lo cual me divierte, ya que nunca quise darle ninguno; solo era una historia pensada para entretener (…) siempre me han hecho gracia las afirmaciones de ciertas personas relacionadas con la película que afirman que tenía tal o cual mensaje en mente. Si es así, ya es más de lo que tuve yo nunca (…) La idea de ponerte a escribir un libro para decir que no es bueno que todos seamos iguales y que la individualidad es algo positivo me hace reír…]

La invasión de los ladrones de cuerpos es un cuento susceptible de ser reclamado como alegoría política por cualquier ideología. Al fin y al cabo, no deja de ser una historia que habla de conspiración y paranoia. - Mi tío Ira ya no es mi tío Ira – decía el personaje de Wilma al principio de la película. Es un tipo de terror nada desconocido, construido bajo una idea tan simple como perturbadora «El mundo se ha vuelto loco». Y ¿Quién es el mundo? Pues, evidentemente, todo el que no sea YO. La paranoia, como casi todo en la vida, es subjetiva. La idea de que en el mundo hay una conspiración política, empresarial, terrestre o extraterrestre es más vieja que cagar sentado (no sé si al Hippie moderno le agradará saber que no ha inventado nada). No obstante, el hecho de que Finney no se identifique con las interpretaciones que se hicieron tanto de la novela como de la película, no le quita valor a las mismas. Al final, la historia que se nos cuenta está al servicio de cualquiera de ellas, y no al revés como creen muchos intelectualoides que buscan y rebuscan simbología extraña en cualquier obra de ficción.

Estamos, simplemente, ante una buena historia pensada para pasar el rato, lo suficientemente maleable para que cualquier intérprete de mensajes ocultos se lo pase pipa. Don Siegel hizo lo propio, y el resultado fue bastante bueno, aunque no acabe de convencerme el cierre del film. También es cierto que la película no causará hoy el mismo impacto que causó allá por 1956, pero podemos acercarnos a esa sensación si la contextualizamos y leemos todo lo que se ha escrito sobre ella. Igualmente es una sensación impagable y enriquecedora, sobre todo cuando el referente moderno de cine transgresor se focaliza casi siempre en el apartado visual…

…Y es que, ya sabemos que la industria cinematográfica moderna es un monstruo que nos programa el cerebro, inventando imágenes de una felicidad que nunca podremos alcanzar para mantenernos automatizados. ¡Están aquí! Han lavado el cerebro a muchas personas,

el próximo serás tú

luego TÚ,

Y TÚ!!!
Sitodine
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