La vida está llena de risas, carcajadas, hay gente que las busca, trabaja sólo con la intención de sacarlas a la luz. Qué hay tras ese aspecto cómico, un misterio sin resolución, una máscara que oculta al verdadero clown, el que conoce el mundo desde otra perspectiva. Porque hacer reír es una labor mucho más compleja que arrancar el llanto y no conseguir esa sonrisa es un duro golpe difícil de superar.

Calvero ha vivido lo suficiente para soñar con el éxito pasado, para enseñar el mundo vivido con sabiduría, para forjar la ilusión por la vida y el espectáculo ante la tristeza de Teresa, que sin haber estrenado sus posibilidades tiene miedo al gran público, que no son otros que las gentes que habitan a su alrededor, las circunstancias que dejan solos a los anteriormente admirados y ahora ahogados en alcohol.

Qué útil compartir la sabiduría para avanzar e impregnarse de vida. ¡La vida es maravillosa! gritan muchos y si alguien está cerca para escuchar esas palabras parecen reales y sinceras.

El éxito que está dispuesto a encumbrar a la pequeña bailarina no parece tener espacio para el viejo clown, que descubre que el olvido es una gruesa capa de invisibilidad difícil de quitar.

Un éxito que no hace olvidar al menos el agradecimiento, el amor a quien creyó en una desconocida y le hizo ver el mundo del modo más amable, aunque a veces resultara difícil creer en ello.

Despegado de la cumbre, la vida del gran cómico va minando su ilusión por las risas, el público es caprichoso, las viejas glorias no son siempre aceptadas, y las luces del escenario se apagan lentamente, fundiendo la melancolía en sus ojos para siempre.

Sus palabras nos enseñan que la vida siempre golpea con fuerza, pero esto sirve para sobreponerse al mundo, porque quien nació artista, siempre tendrá el corazón en el teatro, así que, a la espera que de nuevo se alce el telón como un nuevo día, se dejan las risas de lado para seguir adelante, a la espera de la gran oportunidad.