Sin dejar atrás su anterior cine, Wong Kar Wai va un paso más allá, y nos retrata la vida de un montón de seres solitarios y perdedores que se acaban encontrando y se acaban necesitando, para vivir, para amar, para tener a alguien en quien apoyarse. Y el punto de apoyo es Norah Jones y el de esta, Jude Law. El viaje que emprende Lizzy para olvidarse de su desengaño amoroso, es magnético, especial, obsesivo. Wong Kar Wai juega con la atmósfera, con la música, monta por aquí y deshace por allí, sus personajes sienten y tratan de olvidar, de mentirse a ellos mismos, de vivir de cualquiera de las maneras.

En esos fragmentos, por así llamarlos, que componen la obra del reputado director, vemos un estilo visual fascinante, vemos hasta el vaho que sale de Jude Law cuando sale a fumar. Todo muy cuidado, sin descuidar lo demás. “My blueberry nights” es irregular, pero está llena de momentos. Momentos que se te quedan grabados a fuego en la cabeza, momentos que te hacen complice de la historia, momentos que hacen que te sientas como algunos de los personajes de la película, momentos que juegan contigo, que te llevan a donde quieren, que te hacen sentir.

Otra vez más, Wong Kar Wai lo ha vuelto a conseguir.