Scorsese nos propone un viaje a los orígenes de la gran ciudad. Quizás sea su intento de cerrar el círculo de esa peculiar visión que de New York que ha ido destilando en gran parte de sus films. Scorsese se vuelve a situar en los márgenes, para mostrarnos el New York de los "pioneros", pero no el de los grandes hombres, políticos, etc, sino el de aquellos que literalmente vivian bajo estos, el que no aparece en los libros "oficiales" de historia, el de un conjunto de delincuentes, marginales, que viven organizados en diversos grupos, tenían sus propias reglas y códigos de conducta, y a menudo se enfrentaban entre ellos por el control del que se podría llamar germen del crimen organizado en la ciudad..

En este contexto, Scorsese desarrolla la historia de una venganza por parte de Ámsterdam Vallon (Leonardo DiCaprio), contra Bill Cutting (Daniel Day-Lewis), el violento jefe de una de las bandas, por haber matado a su padre (Liam Neeson). No cabe duda que se trata de un film extremadamente ambicioso por parte de Scorsese, con la voluntad de mostrar un New York que nadie ha visto, y que posiblemente existió realmente. Es interesante la idea que introduce el director, en el sentido que el crimen y la violencia existente en la ciudad nació con la llegada del “hombre blanco”. También es meritorio el impresionante despliegue de medios visuales a la hora de mostrar "la otra cara" de la ciudad.

Es aquí donde vemos al Scorsese de siempre, con su especial gusto visual que siempre ha acompañado a todos sus films, y el hecho que trate de temas más o menos "marginales", puede dar la impresión que nos va a obsequiar con una de sus grandes obras. Pero lamentablemente no es así. El realizador no escatima en medios ni técnicos ni humanos, con toda una galería de buenos y eficientes secundarios,entre los que destacaría la excelente caracterización de Cameron Díaz, y la presencia de Jim Broadbent, Jonh C. Reilly, Brendan Gleeson, etc. Pero varios son los problemas que lastran al film. El más inmediato es que las tres horas de trama se sustentan sobre una endeble y larguísima venganza.

Tanto que al final prácticamente no nos importa si Amsterdam consigue vengarse o no. El realizador nos ha distraido demasiado durante las tres horas de metraje. Por otro lado, mientras Day-Lewis, consigue meterse de lleno en el papel y hacerlo creíble, Di Caprio no lo consigue. Su personaje requería una dualidad y unos claroscuros que el actor no acaba de transmitir. Aunque el principal problema es que el objetivo de Scorsese es excesivamente ambicioso y film se nos acaba antojando como demasiado pretencioso. Pese a todos los esfuerzos, el film en su conjunto tiene un entramado demasiado endeble para un largometraje de tres horas largas.