Dirigida por King Vidor, a pesar de ser una película muda, es una de las más redondas y emotivas del director. Y el mundo marcha. El film se centra en la vida de una persona tan anónima como su nombre (John), que viaja a la gran ciudad en busca del triunfo y el ascenso social, allí conocerá a la mujer de su vida (otro personaje anónimo llamada Mary), y ambos intentarán sobrevivir como buenamente puedan en medio de la gran inmensidad en que viven.

La cámara de Vidor pasa de los planos colectivos que subrayan la nimiedad que suponen dos gotas de agua en un gran océano, a los planos individuales de las alegrías y miserias de una joven pareja. De hecho, Vidor nos narra vivencias cotidianas de dos personas anónimas enmarcadas en un ambiente gris en la gran ciudad. Vidor insufló como nunca a este film un tremendo lirismo, alternando alegrías y penas de dos personas cualquieras, como reflejo de una sociedad de fondo que comparte los mismos pesares.