A ver, siendo serios, Carretera y manta no es gran cosa.
De hecho, es uno de esos proyectos que sencillamente no están a la altura del excepcional actor o actriz que hay al frente, en este caso Carmen Maura. No ayuda demasiado tampoco la presencia de un Eduardo Noriega que tampoco andaba muy inspirado, una joven y principiante Natalia Verbeke o un conjunto de secundarios que no pueden hacer demasiado con personajes que son francamente pobres.
No obstante, creo que es injusto suspenderla sin más, porque por lo menos resulta entretenida en su locura y su sui generis argumento y desarrollo, y ya sólo por ese original poster a modo de revista del corazón merece una consideración. Y la Maura, aunque no acompañe el guion, siempre es un placer de ver en la pantalla o el escenario.
Simplona, muy sencilla y muy justita en sus resultados, pero entretenida.