Drive es una película cocinada a fuego lento, que merece un disfrute equivalente.
El estilo de Nicolas Winding Refn es sosegado, tranquilo, contemplativo, y por ello difícilmente digerible para mucha gente. Sin embargo, hay algo de fascinante y apasionante en su narrativa, en la manera en que extraer poseía hasta de los planos más oscuros y aparentemente feístas. Existen también multitud de momentos mágicos, como la secuencia del día que pasa Driver con Benicio e Irene, o el beso en el ascensor seguido de... lo que le sigue). Los actores, especialmente los secundarios (Ryan Gosling, un excelente intérprete, no hace aquí su mejor trabajo), dan empaque y presencia a la película.
El problema es que Drive es demasiado lenta, le sobran minutos y la idea no da para tanta historia. Perfectamente podría haberse quedado en un cortometraje acerca de un especialista de cine que ayuda a ladrones a huir de la escena del crimen. Total, que los cinco minutos de espera que da el protagonista a sus "clientes" quizá se quedarían cortos, pero cuarenta sí podrían haber sido suficientes para contar el grueso de la historia (quién es Driver y en qué lío se ha metido) olvidándose de todo el relleno.
Una pena, porque esa historia de amor (de un solo beso, sin cursilerías, pero llena de sentimiento) y esa magia de la cámara del realizador merecían más.

Lo mejor: Winding Refn, la historia de amor y el planteamiento.
Lo peor: Es muy lenta y está muy llena de cosas que podrían haberse aligerado.