Paul Rudd, antes de lanzarse de lleno a los suculentos brazos de la comedia gamberra o de convertirse en hombre Marvel, intentaba (por su físico atractivísimo, sobre todo) convertirse en héroe romántico de comedias o dramas ídem. Y lo que le salió fue esto, un papel de homosexual comprensivo y encantador, el amigo/amante/novio perfecto que cualquier mujer quisiera tener (el clásico homosexual de cine de Hollywood, claro), en una de las primeras comedias románticas de Jennifer Aniston en su larga lista.
Y vaya sorpresa es poder decir que Mucho más que amigos es uno de los mejores ejemplos de su clase de los años 90, muy especialmente por su ausencia de sobrecarga de azúcar y por el final que propone, basante poco habitual en esta clase de cine. Además, es entretenida, simpática, y Aniston y Rudd funcionan a la perfección como pareja.
Denle una oportunidad.

Lo mejor: Su grado de originalidad, para ser lo que es.
Lo peor: Tampoco es una obra maestra.