Sorprende que un realizador de primerísimo nivel como es Alberto Rodríguez filmara en su día una película tan floja como 7 vírgenes. Lo mejor que se puede decir de ella es que es más o menos entretenida y tiene a Jesús carroza y Alba Rodríguez, que son todo naturalidad y frescura ante la cámara. Desafortunadamente, el atractivo de la propuesta acaba ahí. Lo demás es una aburrida sucesión de anécdotas de un adolescente que sale del reformatorio durante 48 horas para asistir a la boda de su hermano y se pone a hacer todo lo que se supone que no ha de hacer uno cuando está de permiso. No busquen más historia. Tacos, sexo, drogas, fiesta y ya. Una anécdota detrás de otra, como decíamos antes, y nulo desarrollo de los personajes. Además, Rodríguez cometió el error de escoger al inefable Juan José Ballesta como protagonista. Por qué el parleño recibió tantos elogios y distinciones por su trabajo en 7 vírgenes (¡hasta la Concha de Plata en San Sebastián!) es una duda que atormenta. Ya no sólo es que vuelva a interpretar su único personaje (¿él mismo?) de macarrilla medio delincuente sin oficio ni beneficio sin mover un solo músculo de la cara para expresar alguna emoción, sino que ni siquiera se molesta en adoptar el acento andaluz, que hubiese sido lo lógico puesto que la historia se desarrolla en Sevilla. Algún día alguien explicará qué es lo que tiene de especial este actor más allá de su imponente presencia (ahí sí) en El Bola siendo un niño.

Lo mejor: Jesús Carroza, Alba Rodríguez y alguna escena suelta (como la de la conversación entre los dos hermanos antes de la boda).
Lo peor: Lo aburrida que es y la nula historia que cuenta.