Pocas veces tengo tan poco que decir sobre una película, pues “Lunana: A yak in the classroom” es la típica historia del pez fuera del agua que hemos visto mil veces en el cine Yankee, pero más lineal, simple y menos afilada.

Pero si algo juega a favor de Lunana es el entorno y que va en contra dirección: mientras que la arquetípica historia mete a un personaje de baja estofa dentro de un entorno de lujo, Lunana hace lo contrario, y consigue, con una situación prosaica, temporal y sin grandes riesgos, más identificación de la que consiguen sus análogas.

De todas formas me sorprende que esté nominada a los Oscar si no es porque queda muy bien decir que tienes una película de Bután entre tus nominadas. Pues si por algo sorprende es por su poca audacia, tanto a la hora de contar, como a la hora de rodar, pues no sabe captar, con la sensibilidad que merece, la poesía que encierra tan remoto enclave.

Pues eso, “Lunana: a Yak in the classroom” es lo que es: una película que no exige nada, y que lo que da, lo da con sinceridad y corazón. No te defraudará si la ves relajada y sin elevadas expectativas.