Sinceramente, y sabiendo que David Koepp estaba tras la cámara y tras el guión, esperaba un film que se centrara más en la reacción de la gente ante una situación límite. En vez de eso, se centra en un matrimonio con problemas conyugales, hacia los que la película parece volcarse. El apagón no hace sino agravar el estado de las cosas, pero no es el motor que mueve la acción, como yo esperaba. Koepp, al igual que en La Guerra de los Mundos (el guión era suyo), plantea una situación límite a gran escala para analizar sus consecuencias en unos individuos concretos. Pero en la película de Spielberg lo hace con más pericia. Aquí consigue crear un clima de inquietud y tensión, pero para ello ya ha pasado casi una hora. El tema, a mi juicio, daba para más. De todas formas, no es una mala película.