En una era en la que las grandes películas de Hollywood parecen ser únicamente franquicias extendidas hasta la saciedad o biopics, Rivales es un triunfo no sólo como una obra maestra cinematográfica de Luca Guadagnino, sino como un símbolo de la frescura y originalidad que el cine puede y debería dar.
El director italiano parte de un guion excelente, y lo convierte en un partido apasionante y apasionado entre tres jugadores que componen el trío más magnético que ha visto el cine en mucho tiempo. Rivales es una montaña rusa cuya energía, que a mí en el tercer acto me tuvo al borde del asiento, no tiene precisamente rival, al igual que su sensualidad. La fotografía y los movimientos de la cámara son dinámicos, sexys y definitivamente cautivadores.
La santísima trinidad: Zendaya, Josh O’Connor y Mike Faist. Lo dan todo, sobre todo ellos dos en los partidos, y tienen una química espectacular. Tres actuaciones memorables que no te quitarás de la cabeza, igual que la BSO. Los hipnóticos ritmos techno y ochenteros le sientan de maravilla al film.
Precisamente los estoy escuchando mientras escribo la crítica, rememorando las emociones a flor de piel que me hizo vivir la película. Dios salve a Luca Guadagnino. Esto sí que es no poder despegar los ojos de la pantalla.