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Chris Jiménez rating:
1
4.8
42,076
Comedy. Adventure
The DDT, the professor Bacterio's dangerous invention has just been stolen by the dictator of Tirania. The Súper wants to recover it but he knows that it should not call Mortadelo and Filemón, so it sends the case to a boaster detective called Freddy Mazas so that recover the invention, but Freddy is bribed by the dictator Tirano. The mission seems that it will fail although Mortadelo and Filemón investigate the case for their own means. [+]
Language of the review:
- es
July 10, 2017
1 of 2 users found this review helpful
La debacle, de grandes proporciones, no tiene esta vez el larguísimo nombre de algún mejunje termohidrostático catatónico del profesor Bacterio, pero sus efectos han sido peores, han sido tales que ni Mortadelo y Filemón serían capaces de arreglarlo...¡ni la T.I.A. entera!
Cuando a los 10 años contemplé la presente pseudopelícula me afectó mucho, fue un shock a mis emociones por su peculiar contenido; mi padre estaba indignadísimo y casi se la arroja a la cara al tipo que se la alquiló. Los tebeos en que se basaba, sin embargo, fueron heredados y siempre ocuparán un lugar especial en mi estantería, los de esos chapuceros espías patrios de los que nada se puede decir que no se sepa, nacidos en periodo de Dictadura de la pluma de Paco Ibáñez, a quien llegué a conocer y estrechar la mano. Su estilo ágil, imaginario absurdo, humor burdo pero ingenioso y afán por la crítica ácida a absolutamente todo llevó a sus trabajos a ser disfrutados por diversas generaciones en diversas épocas.
Y un día se despierta Javier Fesser y decide traerlos al formato de imagen real; el autor jamás había considerado la idea de un "live action" debido a la poca aceptación de las adaptaciones animadas. Pero nada, Fesser, que había sorprendido a todos con una de las obras más extrañas de la Historia del cine ("El Milagro de P. Tinto"), y premiado por ello, engaña a productores, miente a Ibáñez, roba el dinero de los ciudadanos a través del Ministerio de Cultura y se lanza a escribir un guión junto a su hermano Guillermo, sin, así lo confesaría, inspirarse estrictamente en los cómics, más bien en las sensaciones y recuerdos que les dejó de niño.
Pero si este es el resultado de un ejercicio de nostalgia, lo que yo leí y lo que él leyó no fue, ni de casualidad, lo mismo. Tal afirmación parecería equivocada al iniciarse la película y ver que en efecto el universo tan único de los tebeos cobra vida, a todo color, a todo detalle, y gozando de una labor de efectos visuales/digitales que entonces era de lo más avanzado que podía fabricarse en España. El diseño de César Macarrón y la fotografía de Xavi Giménez opta sin embargo por recuperar los tonos vivos y el delirio visual del anterior film de Fesser, donde irónicamente mejor brillan las influencias de Ibáñez.
Todo el prólogo establece este particular estilo, no con poca simpatía. Entramos al despacho de Bacterio, como en una historieta más, recién inventado un aparato para desmoralizar cualquier emoción; el experimento lo usa con unos legionarios ante la mirada atónita del "Súper" Vicente...bien, ridículo chiste político que provoca algún arqueo de cejas, uso de un lenguaje bastante más soez que el clásico, mala sombra para los actos de violencia...no importa. Aparecen Pepe Viyuela y Benito Pocino (actor no profesional aquí forzado a ser doblado por Carlos Latre) y la caracterización de personajes, el ritmo, la locura, los "gags", parece todo extraído de las páginas.
De accidente en defenestre, el aparato de marras es robado por un idiota que logra escapar, Filemón es atropellado, Mortadelo se disfraza de niño, aparece la máquina de copiar gente, incluso el mítico "Matraca", y los secundarios (Eduardo Gómez, José Manuel Moya, Pablo Pinedo) están geniales. Y ahora es cuando empieza la trama, supuestamente traída de "El Sulfato Atómico", primera aventura extensa de la pareja...y con ello el primer fallo: cuando a Mortadelo y Filemón le encargan una misión nadie salvo ellos, pese a sus calamidades, la llevan a cabo.
Aquí se introduce a un Dominique Pinon repulsivo en calidad de súperagente para que recupere el trasto mientras los dos anteriores hacen otra cosa. De fondo más sucesos y errores. Aparece Berta Ojea clavada de Ofelia, pero el dúo Fesser, por alguna razón, lo hace en una versión sexualizada bochornosa (de hecho es espiada por el "Súper", lo cual jamás ocurrió en el cómic); entra la historieta de "El Tirano", conectada al desmoralizador robado de Bacterio, pero el dúo Fesser, por alguna razón, no recupera al general Panocho y la utiliza para restregarnos por la cara una parodia de Francisco Franco, evidenciando así sus inclinaciones...
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
Pocino, bastante más agradable que el resto del reparto, es un perfecto Mortadelo, y en especial cuando le vemos haciendo uso de sus disfraces, sin despreciar a los buenos Mariano Venancio y Janfri Topera, y si agudizamos la vista veremos a Luis Ciges en su último papel (ya pudo haber escogido mejor); ¡bastante se esforzaron los actores con el funesto material que tenían entre manos! Al final Fesser no hizo ningún cariñoso tributo a Ibáñez (que quedó estupefacto al ver el film), sino un guiño malicioso a quienes de jóvenes leyeron los tebeos.
Pues esta chorrada gilifláutica no sólo llevó a millones de incautos a las salas, también se presentó en varios festivales importantes...pero claro, los sobornos (y las amenazas) de las implicadas Telecinco y Canal+ hicieron mucho. En mi opinión queda como una de las más terroríficas bazofias que se tuvo la desfachatez de hacernos tragar; no es extraño que por cosas así el cine español sea odiado por tantos.
Cuando a los 10 años contemplé la presente pseudopelícula me afectó mucho, fue un shock a mis emociones por su peculiar contenido; mi padre estaba indignadísimo y casi se la arroja a la cara al tipo que se la alquiló. Los tebeos en que se basaba, sin embargo, fueron heredados y siempre ocuparán un lugar especial en mi estantería, los de esos chapuceros espías patrios de los que nada se puede decir que no se sepa, nacidos en periodo de Dictadura de la pluma de Paco Ibáñez, a quien llegué a conocer y estrechar la mano. Su estilo ágil, imaginario absurdo, humor burdo pero ingenioso y afán por la crítica ácida a absolutamente todo llevó a sus trabajos a ser disfrutados por diversas generaciones en diversas épocas.
Y un día se despierta Javier Fesser y decide traerlos al formato de imagen real; el autor jamás había considerado la idea de un "live action" debido a la poca aceptación de las adaptaciones animadas. Pero nada, Fesser, que había sorprendido a todos con una de las obras más extrañas de la Historia del cine ("El Milagro de P. Tinto"), y premiado por ello, engaña a productores, miente a Ibáñez, roba el dinero de los ciudadanos a través del Ministerio de Cultura y se lanza a escribir un guión junto a su hermano Guillermo, sin, así lo confesaría, inspirarse estrictamente en los cómics, más bien en las sensaciones y recuerdos que les dejó de niño.
Pero si este es el resultado de un ejercicio de nostalgia, lo que yo leí y lo que él leyó no fue, ni de casualidad, lo mismo. Tal afirmación parecería equivocada al iniciarse la película y ver que en efecto el universo tan único de los tebeos cobra vida, a todo color, a todo detalle, y gozando de una labor de efectos visuales/digitales que entonces era de lo más avanzado que podía fabricarse en España. El diseño de César Macarrón y la fotografía de Xavi Giménez opta sin embargo por recuperar los tonos vivos y el delirio visual del anterior film de Fesser, donde irónicamente mejor brillan las influencias de Ibáñez.
Todo el prólogo establece este particular estilo, no con poca simpatía. Entramos al despacho de Bacterio, como en una historieta más, recién inventado un aparato para desmoralizar cualquier emoción; el experimento lo usa con unos legionarios ante la mirada atónita del "Súper" Vicente...bien, ridículo chiste político que provoca algún arqueo de cejas, uso de un lenguaje bastante más soez que el clásico, mala sombra para los actos de violencia...no importa. Aparecen Pepe Viyuela y Benito Pocino (actor no profesional aquí forzado a ser doblado por Carlos Latre) y la caracterización de personajes, el ritmo, la locura, los "gags", parece todo extraído de las páginas.
De accidente en defenestre, el aparato de marras es robado por un idiota que logra escapar, Filemón es atropellado, Mortadelo se disfraza de niño, aparece la máquina de copiar gente, incluso el mítico "Matraca", y los secundarios (Eduardo Gómez, José Manuel Moya, Pablo Pinedo) están geniales. Y ahora es cuando empieza la trama, supuestamente traída de "El Sulfato Atómico", primera aventura extensa de la pareja...y con ello el primer fallo: cuando a Mortadelo y Filemón le encargan una misión nadie salvo ellos, pese a sus calamidades, la llevan a cabo.
Aquí se introduce a un Dominique Pinon repulsivo en calidad de súperagente para que recupere el trasto mientras los dos anteriores hacen otra cosa. De fondo más sucesos y errores. Aparece Berta Ojea clavada de Ofelia, pero el dúo Fesser, por alguna razón, lo hace en una versión sexualizada bochornosa (de hecho es espiada por el "Súper", lo cual jamás ocurrió en el cómic); entra la historieta de "El Tirano", conectada al desmoralizador robado de Bacterio, pero el dúo Fesser, por alguna razón, no recupera al general Panocho y la utiliza para restregarnos por la cara una parodia de Francisco Franco, evidenciando así sus inclinaciones...
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
Pocino, bastante más agradable que el resto del reparto, es un perfecto Mortadelo, y en especial cuando le vemos haciendo uso de sus disfraces, sin despreciar a los buenos Mariano Venancio y Janfri Topera, y si agudizamos la vista veremos a Luis Ciges en su último papel (ya pudo haber escogido mejor); ¡bastante se esforzaron los actores con el funesto material que tenían entre manos! Al final Fesser no hizo ningún cariñoso tributo a Ibáñez (que quedó estupefacto al ver el film), sino un guiño malicioso a quienes de jóvenes leyeron los tebeos.
Pues esta chorrada gilifláutica no sólo llevó a millones de incautos a las salas, también se presentó en varios festivales importantes...pero claro, los sobornos (y las amenazas) de las implicadas Telecinco y Canal+ hicieron mucho. En mi opinión queda como una de las más terroríficas bazofias que se tuvo la desfachatez de hacernos tragar; no es extraño que por cosas así el cine español sea odiado por tantos.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Todo ello lo vienen a rematar la peor encarnación que pudimos imaginar de "Rompetechos", transformado en un fascista aborrecible, porque en boca del "genio" del director, "alguien bajito, con bigote y siempre enfadado tiene que ser facha". Y se quedó tan ancho, el miserable.
Serían los aires de la España de entonces, gobernada por José María Aznar, lo que provocó esta exaltación de lo político y lo izquierdista, que Ibáñez siempre había tratado, claro, pero de un modo más sutil y nunca unilateral; aunque el peor fallo al que somos sometidos es la exposición de violencia física y verbal.
La lectura de "Mortadelo y Filemón" no es especialmente para niños, pero el estilo elegido por el director lo es mucho menos, quien al apostar por el surrealismo cree que todo es viable en pantalla. Qué imbécil redomado. La violencia del tebeo es, ni más ni menos, de tebeo, pero se pasa a imagen real y resulta grotesca, despiadada y asquerosa. Los ojos de un niño no deben sufrir un espectáculo tan desagradable que en su totalidad incluirá aplastamientos varios, una anciana (María Isbert, pobrecita mía) siendo torturada, un gato siendo amasado en una secadora-rodillo, un tipo decapitado, un fusilamiento, golpes en la cara, disparos, presencia de sangre en abundancia...
Esta patraña enfermiza no sólo no tiene ninguna gracia, sino que haría vomitar al mismísimo Takashi Miike; el gran problema es que si una situación violenta ocupaba el espacio de una viñeta aquí necesita de un desarrollo en varias escenas y el efecto es un impacto a las tripas, tanto más cuanto que Ibáñez dejaba los actos de mayor brutalidad fuera de campo, pero Fesser se regodea en ellos con morbosidad, echando más leña al fuego su afán por coger del tebeo sólo lo burdo y no lo ingenioso y exagerando lo soez hasta la náusea (palabrotas, vulgaridades de retrete, tema sexual...).
Así la película, mientras avanza, se va pudriendo hacia un batiburrillo de lo grotesco que la acerca más a lo visto y oído en "Torrente", "Airbag" o las películas de Álvaro Sáenz de Heredia y Álex de la Iglesia que con el, pese a todo, sano y sencillo mundo del autor, por mucho que se extraigan detalles calcados de él (¡menudo homenaje a 13 Rue del Percebe!). Sencillos también eran sus argumentos; la pareja de agentes se enzarza en la misión directamente, varios incidentes les atascan, con un final casi siempre amargo para ellos. En líneas generales. El guión de los Fesser da vueltas, demasiadas, con giros extraños sobre la misma trama por culpa de las decisiones de los personajes.
Que si la venta del D.D.T. le sale mal al ladrón porque tiene que salirle mal, que si por otro lado el agente Mazas traiciona a la T.I.A. y planea convertirse en sucesor de esa caricatura de Franco interpretada por Paco Sagarzazu, que si de repente Bacterio y el "Súper" quieren hacer pasar a Mortadelo por heredero de dicho tirano, y todo esto pasa mientras Filemón está en la cárcel, y el Mazas ese de las narices vuelve y rapta a la madre de Filemón, y regreso al palacio del tirano, y carreras arriba y abajo, y de nuevo, cuando todo parece estabilizarse, mandan de una puñetera vez a la pareja al palacio del tirano...
Tal vez los responsables la elaboraron drogados hasta las cejas, porque no hay quien se aclare con esta historia, sin pies ni cabeza, ni sentido, ni gracia, pesada, redundante y mareante. Y como ya está todo el pescado vendido el clímax, en palacio, se deshace de intrigas y prepara un festival de violencia cruel y desmedido y animaladas varias elevando la confusión al paroxismo, mientras que por algún motivo que no capto Ofelia canta todo el rato (¿cuándo cantaba ésta?, si lo único que hacía era comer, demonios), y aparece el Santo Grial, ¡y hasta nos ponen a Filemón de heredero!, ¡¿no recuerda el cabestro de Fesser que Filemón ya tenía un padre y una madre?! ¿Qué humanización del personaje me quieren vender?
Serían los aires de la España de entonces, gobernada por José María Aznar, lo que provocó esta exaltación de lo político y lo izquierdista, que Ibáñez siempre había tratado, claro, pero de un modo más sutil y nunca unilateral; aunque el peor fallo al que somos sometidos es la exposición de violencia física y verbal.
La lectura de "Mortadelo y Filemón" no es especialmente para niños, pero el estilo elegido por el director lo es mucho menos, quien al apostar por el surrealismo cree que todo es viable en pantalla. Qué imbécil redomado. La violencia del tebeo es, ni más ni menos, de tebeo, pero se pasa a imagen real y resulta grotesca, despiadada y asquerosa. Los ojos de un niño no deben sufrir un espectáculo tan desagradable que en su totalidad incluirá aplastamientos varios, una anciana (María Isbert, pobrecita mía) siendo torturada, un gato siendo amasado en una secadora-rodillo, un tipo decapitado, un fusilamiento, golpes en la cara, disparos, presencia de sangre en abundancia...
Esta patraña enfermiza no sólo no tiene ninguna gracia, sino que haría vomitar al mismísimo Takashi Miike; el gran problema es que si una situación violenta ocupaba el espacio de una viñeta aquí necesita de un desarrollo en varias escenas y el efecto es un impacto a las tripas, tanto más cuanto que Ibáñez dejaba los actos de mayor brutalidad fuera de campo, pero Fesser se regodea en ellos con morbosidad, echando más leña al fuego su afán por coger del tebeo sólo lo burdo y no lo ingenioso y exagerando lo soez hasta la náusea (palabrotas, vulgaridades de retrete, tema sexual...).
Así la película, mientras avanza, se va pudriendo hacia un batiburrillo de lo grotesco que la acerca más a lo visto y oído en "Torrente", "Airbag" o las películas de Álvaro Sáenz de Heredia y Álex de la Iglesia que con el, pese a todo, sano y sencillo mundo del autor, por mucho que se extraigan detalles calcados de él (¡menudo homenaje a 13 Rue del Percebe!). Sencillos también eran sus argumentos; la pareja de agentes se enzarza en la misión directamente, varios incidentes les atascan, con un final casi siempre amargo para ellos. En líneas generales. El guión de los Fesser da vueltas, demasiadas, con giros extraños sobre la misma trama por culpa de las decisiones de los personajes.
Que si la venta del D.D.T. le sale mal al ladrón porque tiene que salirle mal, que si por otro lado el agente Mazas traiciona a la T.I.A. y planea convertirse en sucesor de esa caricatura de Franco interpretada por Paco Sagarzazu, que si de repente Bacterio y el "Súper" quieren hacer pasar a Mortadelo por heredero de dicho tirano, y todo esto pasa mientras Filemón está en la cárcel, y el Mazas ese de las narices vuelve y rapta a la madre de Filemón, y regreso al palacio del tirano, y carreras arriba y abajo, y de nuevo, cuando todo parece estabilizarse, mandan de una puñetera vez a la pareja al palacio del tirano...
Tal vez los responsables la elaboraron drogados hasta las cejas, porque no hay quien se aclare con esta historia, sin pies ni cabeza, ni sentido, ni gracia, pesada, redundante y mareante. Y como ya está todo el pescado vendido el clímax, en palacio, se deshace de intrigas y prepara un festival de violencia cruel y desmedido y animaladas varias elevando la confusión al paroxismo, mientras que por algún motivo que no capto Ofelia canta todo el rato (¿cuándo cantaba ésta?, si lo único que hacía era comer, demonios), y aparece el Santo Grial, ¡y hasta nos ponen a Filemón de heredero!, ¡¿no recuerda el cabestro de Fesser que Filemón ya tenía un padre y una madre?! ¿Qué humanización del personaje me quieren vender?