Es una historia bien llevada en términos generales, pero la cosa de los milagros es tan fantástica e inverosimil que toda la seriedad dramática de la película se viene abajo. Uno no puede reír o llorar con estos personajes sabiendo que todo gira dentro de una fantasía que se pretende real. Este filme me recuerda hasta cierto punto las últimas películas del hindú Night Shyamalan, en donde se le piden demasiadas concesiones al espectador y se le trata como a un niño.

A final de cuentas creo que aquellos que tienen una fe religiosa encontrarán esta película muy de su agrado. Absténganse ateos y agnósticos, pues seguramente les pesará haber gastado por ir a verla al cine.