Es una de esas películas que no te dejará indiferente después de verla.
Se divide en tres actos perfectamente diferenciados: antes, durante y después de la guerra. Y se centra principalmente en los cambios en la vida de los protagonistas entre el primer acto y el tercero. Nos los presentan como muy buenos amigos pero pronto veremos que en realidad la relación se sustenta en una base poco sólida que se desgarra cuando tres de ellos se van a Vietnam. De allí, volverán con heridas físicas, pero también con heridas mentales. O directamente no volverán.

La ruleta rusa ejemplifica todos los sentimientos que puedes vivir en una guerra, desde el odio y el rencor, al patriotismo, a la impotencia, la nostalgia y el amor, y a la falta de un significado para tu propia vida. De Niro, pese a ser el más fuerte de todos, no puede evitar algunos arrebatos al ver a sus amigos jugando con un revólver. Siempre lo vemos preocupado por el resto de personas, porque son sus amigos y los quiere ayudar. No puede escapar de esa responsabilidad en ninguna escena salvo cuando está solo en la montaña cazando. Aquí sin embargo reina el silencio y no vemos a nadie más. Durante la cacería no quiere preocuparse por nadie porque es el único lugar donde de verdad se siente libre de responsabilidad. Y sus amigos no llegan a entender esto nunca.

Vemos la vida antes, después y durante la guerra. Vemos familias destrozadas y vidas hundidas. Vemos como un protagonista camina hacia su final con forma de ruleta rusa mientras que otro pierde las piernas. La vida de nadie queda igual y la escena final es la única forma que encuentran los personajes para salir del paso.
Ninguno de los protagonistas da en ningún momento sus razones para ir a la guerra. ¿Las había?