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Luis Guillermo Cardona rating:
9
Comedy. Drama Tycoon John P. Merrick is startled to see an effigy of himself hanging on the front page of the New York Times, courtesy of union organizers at Neeley's Department Store, which Merrick didn't even know he owned. On a sudden impulse, he goes undercover there as a shoe salesman. Soon he's so involved in the lives of his fellow employees (especially one young couple and a delightful single woman his own age) as to forget his original ... [+]
Language of the review:
  • es
April 21, 2016
9 of 12 users found this review helpful
La principal razón por la que la clase política suele ser tan indiferente a las necesidades de los menos favorecidos, es porque sus miembros han vivido siempre en una burbuja que solo les ha permitido ver un estrecho y privilegiado círculo familiar; un pequeño y comodísimo entorno del que sólo se sale para viajar a otros pequeños y comodísimos paisajes; y de resto, pasan horas y horas en un espacio laboral donde todo es plenitud… hasta que se comprueba que las desmesuradas ambiciones no siempre pueden satisfacerse.

Si para acceder a las instituciones del Estado: Alcaldías, gobernaciones, ministerios, presidencia…fuera requisito previo demostrar que se ha vivido siquiera seis meses en condiciones de pobreza en los estratos más bajos de la sociedad, esto sería de más valor que diez especializaciones, porque durante este tiempo el político palparía la otra realidad, despertaría su conciencia y muy probablemente conseguiría comprobar los grandes valores, el espíritu de sacrificio y la integridad humana que abundan entre los menos favorecidos… y cuando la realidad se ha conocido de primera mano, las cosas, con seguridad, son a otro precio.

Antes de que llegara el año 1947, cuando el director Sam Wood demostraría el cobre, Hollywood tenía en él a un director coherente y calificado que había puesto su impronta en obras cinematográficas tan relevantes como “Una noche en la ópera”, “Kitty Foyle” y “Kings Row”, entre otras. La causa del pueblo le interesaba profundamente y sus películas abundaban en personajes cálidos, comprometidos y muy fáciles de amar.

De entre este legado, otra película que destaca significativamente, es “EL DIABLO Y LA SEÑORITA”, una comedia escrita por Norman Krasna muy al estilo Capra, donde tendremos a esa suerte de multimillonario que decide, por sí mismo, infiltrarse en las filas de sus empleados con el deseo de identificar a los que están promoviendo reivindicaciones laborales. Para el caso, la tienda Neelys será su objetivo, y haciendo las veces de vendedor de calzado para niños, John P. Merrick se convertirá en Thomas Higgins (Tom para los amigos que le verán como símbolo del sufrido pueblo) y así comienza una grata y comprometida historia, donde la tesis expuesta arriba, quizás tenga aquí una buena reafirmación.

Jean Arthur (como Mary Jones), corrobora por enésima vez, que es una de las mejores comediantes que nos ha dado el cine. Charles Coburn (J.P. Merrick), de nuevo en sus eternos papeles de bonachón que jamás dejan reproche alguno. Los demás, Spring Byington, Robert Cummings, Edmund Gwenn, S. Z. Sakall… nombres que siempre se recuerdan con agrado.

Hilarante comedia, momentos muy emotivos… y un puñado de personajes de los que es bien fácil enamorarse, hacen de esta película una experiencia inolvidable.
Luis Guillermo Cardona
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