Dos ejes forman la base de la última película del director irlandés Jim Sheridan. Las relaciones familiares, como se puede adivinar por el título de la película “Brothers”, aunque no todo se reduzca a las relaciones de los dos hermanos protagonistas, y las consecuencias que la guerra deja en uno de ellos, esas heridas internas que al final resultan mucho más profundas y dolorosas que las visibles. Sheridan dirige con pulso firme, intentando no caer en tópicos del melodrama familiar televisivo, aunque rozándolos en algunos momentos (esas cenas familiares, esas escenas de paisaje nevado…) y deja que la historia, potente, de una intensidad brutal, sea la verdadera protagonista de la película. Esto provoca que tanto Jake Gyllenhaal como sobre todo Tobey Maguire se luzcan en unos papeles que son dos regalos para cualquier actor y que sin embargo Natalie Portman quede más deslucida por dar vida al personaje quizás peor dibujado de toda la historia. Con todo, Sheridan sabe sacar partido del jugoso material del que dispone y aprovecha para reflexionar sobre el peso de la familia, de las tradiciones y las relaciones paterno-filiales. La película va ganando en cuanto se acerca a su final, cuando la guerra emocional estalla arrasando todo cuanto tiene alrededor dejando efectos colaterales en cada uno de los miembros de la familia. El verdadero mérito de “Brothers” es que estos efectos traspasan la pantalla para salpicar, aunque sea un poco, el patio de butacas.

Lo mejor: el guión de David Benioff.

Lo peor: el desaprovechado personaje de Natalie Portman.