¿Qué me diríais si os contara que hay un país con tecnología punta que supera a la del resto de países del mundo oculto en el continente africano?

Uno capaz de desarrollarse en perfecta autarquía. Su economía no necesita participar en las rutas comerciales, ni importar nada del exterior. Su ciencia no necesita estar al tanto de los avances de otros lugares porque ellos lo descubren todo solitos.
Tal es su afán de permanecer ocultos que ni siquiera se plantean una expansión territorial aprovechando su ventaja tecnológica, o al menos impedir el avance del colonialismo europeo en su continente.
Gracias a ello dicho país se convierte en una sociedad avanzada con rascacielos como los de Manhattan pero con palitos de madera en el techo y un gobierno monárquico que escoge su líder en una lucha ritual tribal en una cascada.

A lo mejor os estaréis pregunta cuál es el origen de semejante milagro. Pues os lo diré. Un meteorito de un material único en el Universo llamado vibranium. Les tocó la lotería cósmica. Ese pedrulo es capaz de obrar esas proezas y muchas más.

Sí amigos y amigas, esto es Wakanda. El Gondolín negro. Patria de Pantera negra (ni amarilla, ni azul ni rosa. Negra…para que nadie se confunda), el héroe de esta película de Disney-Marvel.

Si habéis visto el resto de películas de Marvel, ya sabéis como sigue. En efecto, hay un villano con motivaciones personales que hay que vencer para recuperar el status quo. Hay un comienzo, un nudo dramático donde el héroe pasa problemas y un desenlace donde finalmente se resarce y triunfa.

Y así tal como lo cuento se desarrolla este ejercicio de condescendencia cinematográfica con los pueblos africanos y sus descendientes.
Disney tiene su fórmula para hacer películas y yo la mía para criticárselas.

Anansi says ANGRY GETS SHIT DONE.