Estuve allí amigos. Visité la roca en el 98. Mis buenos duros y trabajos me costó ahorrar para el viajecito de los huevos. Mi compañero de fatigas decidió que no había viajado a los USA para ver una puta cárcel y yo fui incapaz de pasar la oportunidad de sentarme en el mismo escalón del patio en el que apoyó sus posaderas mi colega Clint. Y después de un breve transbordo, te ponen unos cascos en spanish, o en japanish si gustas, y sigues como un borrego la línea amarilla que te va contando las distintas efemérides acaecidas en semejante tugurio: la celda del hombre de los pájaros, la celda de Al Capone, la de metralleta Kelly, el comedor, la famosa librería en la que Clint conoce al mafias de color, el patio... y por supuesto... las tres celdas de las que escaparon nuestros héroes, porque fueron unos putos héroes por salir de allí. Y te cuentan con pelos y señales como lo hicieron. Y las máscaras originales que utilizaron están en las mismas celdas. Y el habitáculo del aire acondicionado por dónde se fugaron, está acristalado desde uno de los laterales para que observes cómo se fueron. Y vuelves a la peli por momentos, y te imaginas, primero a los de carne y hueso que se dieron el bote, y luego a Clint y sus compinches subiendo por los tubos mientras reciben las órdenes de la cámara de Don Siegel. Y todo me resultó maravilloso, porque jamás en toda mi vida realidad y ficción se habían amalgamado tanto como en esa ocasión. ¿Y las celdas? ¿Los zulos? 23h encerrados en mazmorras de 1.5 x 3 m. Impresionante. La narración de los cascos nos contaba que había tipos que preferían quedarse allí a salir al patio; que sabían cuantas hoquedades y grietas había en esas paredes; que habían enloquecido de tal modo que no se imaginaban viviendo en ningún otro sitio: "Alcatraz afecta a los hombres de dos maneras distintas; a unos los hace más fuertes, a otros los mata", le dice la primera vez que le ve nuestro librero al amigo Eastwood. Los calabozos están abiertos, y me dieron ganas de defecar en uno de los wateres. No tenía ganas, pero quería saborear alguna sensación deprimente al estar allí. Y qué va!! Mi mente estaba más cercana a esta película que al sufrimiento que padecieron miles de hombres en esos zulos infectos. Y mientras me fumaba un cigarrito en el último escalón del patio... pensaba... aquí se sentó Clint, que pedazo de friki me he vuelto, y todo mientras contemplaba la bahía de San Francisco y me juraba que jamás entraré en un talego; sea cual sea, y haga lo que haga.

PD. Con un tipo que escribe críticas como 2046 o Última jugada, yo me llevo bien siempre, aparte de que hace tiempo engrosó mi lista de amigos. Gracias y un saludo al amigo Gilbert. (Los hay mucho mejores que yo)