Menudo peñazo. Madre mía... no quiero dramatizar, pero es que para drama el que está servido. No te crees lo que te están contando ni por un momento. Además, excepto nuestro héroe y su histriónico mentor, el reparto debe ir con urgencia al paredón más cercano. Un tipo de lo más desagradable le hace la vida imposible al fruto de su desaliento. Razones? No se cuentan. Razones del desprecio de la madre? Te lo imaginas pero no se cuenta, es decir, te dejan en una atmósfera claustrofóbica a más no poder y el espectador debe ir adivinando las distintas pasiones ocultas que impulsan a los personajes que allí aparecen. Cómo si no fuera ya suficiente ladrillo de película. Hala! piensen ustedes en las consecuencias de un embarazo durante dos horas, del que sale un feto que evoluciona hasta convertirse en el hijo ideal o el yerno apropiado pero que no te lo crees ni aunque te estén untando con vaselina el resto del día. Si no entra es que no entra.

Psicología inexplicable. Sólo para adeptos a los misterios del tipo la santísima trinidad o imposibles como la cuadratura del círculo. Pretenciosidad holándesa al servicio del espectador. Cartón piedra con guión incluido.