En la línea Lyncheana, más onírica que otras tantas, la nueva película de Gaspar Noé escandaliza horrores, siempre al borde del colapso.

Recomendar este film debe ser una actividad precisa y razonada: pocas son las personas que la podrán digerir sin un vaso de agua que ayude.

La vida de un hombre habitué de un mundo de pastillas y polvos mágicos tiene un quiebre cuando pretende suicidarse y falla en el intento.
A partir de entonces, en ese estado de semi-consciencia este individuo verá pasar a través de sus sentidos una vida que mezcla realidad con deseos y ambiciones.

Más allá de la trama, enrevesada y inconexa, el director apuesta a alterar los sentidos en un permanente desafío (tanto al espectador como a sí mismo).

Para admiradores de films distintos, sin la obvia necesidad de atar cada cabo suelto, Enter the Void ofrece una panzada para los sentidos, una panzada que se digiere justo en el preciso momento en que se empieza perder contacto con la realidad.