Esta es de esas películas que han alcanzado lo máximo (premios, oscars etc) a remolque de la interpretación de su protagonista. Sin el llamativo trabajo de Philip Seymour Hoffman esta película no hubiera llamado tanto la atención de la crítica, que no del público.
El director, Bennett Miller, tiene un estilo poderoso. Rueda a toda pantalla de forma muy elegante. Consigue dotar a muchos momentos de un extraño poder de fascinación, sobre todo algunos de los encuentros entre el escritor y el condenado Perry King.
Aun así, a mi me deja frío. No llego a entender por qué Truman Capote siente esta historia como algo tan suyo, por que dedica tantos años de su vida a un asesinato, que en realidad es como tantos otros. No creo que la película lo refleja del todo bien.
El ritmo de la historia es extremadamente lento en algunos momentos, pero consigue atraer, más por el acertado trabajo del director que por el desarrollo de los acontecimientos.
Por lo que respecta a la aclamadísima actuación de Philip S. Hoffman, es evidente que es muy espectacular, muy brillante, muy buena. Pero también es verdad, como he leído por aquí en otra crítica, que al cuarto de hora ya has visto todo lo que había que ver de esta interpretación. Además ya me cansa lo de lo premios a interpretes que imitan a personajes reales. Catherine Keener está tan bien como siempre, pero no mejor que en otras ocasiones.
En resumen, una interesante película, pero lejos de ser una de las cinco mejores del año, como se ha considerado en Hollywood.