A estas alturas creo que ya se puede decir claramente que Camino es la mejor película española del año. Seguramente también la más discutida (con permiso de Rosales), excesiva y potente.
Camino se inspira en una hecho real para contar la historia de una niña que, a la vez que empieza a despertar a una luminosa adolescencia, sufre una devastadora enfermedad que irá acabando poco a poco con su vida. El hecho de que su familia pertenezca al Opus Dei marcará definitivamente el desarrollo de su vida en esos últimos meses.
Javier Fesser, director que hasta ahora me había interesado poco, se encarga de dirigir la película con una fuerza y un brillo inusuales en el cine español. La dramática, historia que cuenta Camino resulta, en manos de Fesser, un emocionado y arrollador canto a la vida. Un canto a la vida que se desborda por cada uno de los poros del rostro de esa niña.
Decía al principio que Camino es una película excesiva. También se puede decir de ella que es desproporcionada e irregular, y que seguramente la sutileza no sea uno de los fuertes del director. Todo resulta subrayado de forma excesivamente machacona, bien por la música (excelente), bien por la fuerza de unas imágenes resplandecientes de luz e imaginación. Pero esta es una de las pocas veces en que todas estas cosas no las veo como fallos, sino como aciertos de una película hecha con el corazón más que con el cerebro.
Muchos quieren ver en Camino un ataque directo al Opus Dei, y aunque sí hay algún personaje de trazo grueso, creo que el retrato que se hace de la institución religiosa es moderado y bastante sobrio.
Camino será recordada por varios motivos. Pero el más importante será sin duda el descubrimiento de la actriz Nerea Camacho. Esta preciosa cría ofrece la que seguramente sea la mejor interpretación española del año. Se funde con su personaje, y consigue transmitir de forma deslumbrante la infinidad de emociones que vive su personaje en ese tiempo. Junto a ella un buen grupo de actores en el que brillan de forma especial Carmen Elías y Mariano Venancio que interpretan a los padres de Camino, en dos personajes que demuestran la devoción que sienten por su hija de forma muy diferente.
Entiendo que haya gente a la que pueda no gustarle una película de estas características por motivos más allá de los puramente religiosos. Incluso yo mismo creo que en la parte final se pierde parte del grado de emoción al que se había llegado. Pero creo sinceramente que está película es un pequeño oasis dentro del cine español, no ya por la baja calidad del cine de este año, sino por los riesgos asumidos, de los que sale triunfante en casi todos los casos.