El halcón maltés es uno de los títulos más míticos, si no el más, del cine negro de los años cuarenta, para muchos el mejor cine que se ha hecho. Con ella debutaba el gran John Huston en la dirección.
El halcón maltés del título es la excusa que utiliza la historia para meternos en una trama de cine negro, con todos los ingredientes que uno espera en una película de este género. A lo que además hay que añadir un sentido del humor como telón de fondo que le sienta muy bien a la historia.
No es fácil contar la historia de El halcón maltés ya que está llena de recovecos y giros de guión tan inverosímiles cono ingeniosos. Lo mejor es dejar llevar por ella sin hacerse muchas preguntas (que posiblemente no tengan respuesta) y disfrutar con los personajes, que en este caso son en la mayoría de los casos gloriosos. Desde el protagonista, interpretado por un pletórico Humphrey Bogart, hasta el más secundario de la viuda que hace Gladys George. Todos, sin excepción, aportan dinamismo y viveza a una historia que se mueve en una atmósfera tan turbia como disfrutable.
Lejos de la oscuridad y seriedad de muchas películas de la época El halcón maltés se disfruta de una forma más luminosa, ya que no deja de ser una especie de juego rebuscado y realmente ocurrente.
La colección de personajes es espléndida. Desde el genial protagonista al que Bogart presta su lado mas lúdico, hasta los malos de la historia, como el peculiar y magnífico Peter Lorre y el enorme Sidney Greenstreet. Hasta el personaje de la secretaria tiene una presencia mucho más notable de lo habitual.
John Huston deja claro desde su primera película por donde van a ir los tiros en la mayoría de su cine, y convierte El halcón maltés en un pequeño clásico, puede que imperfecto, pero sin duda inolvidable.