Ya que estaba en racha, el tándem Wilder/Diamond nos regaló por tercer año consecutivo otra obra mayor. No tan recordada como sus dos predecesoras (“Con faldas y a lo loco” y “El apartamento”), y tan en blanco y negro como éstas, es otro prodigio de precisión, divertidísima, con esa maestría que mostró siempre el considerado mejor comediógrafo de la historia del cine.

Como novedades, la introducción de una tronchante sátira política (aprovechando el contexto de la guerra fría) y el relevo de Jack Lemmon por un inspirado James Cagney como protagonista masculino. Como constantes, el recital de todo el elenco de actores y actrices (muy bellas además) haciéndonos pasar un rato muy ameno con sus diálogos irónicos sobre el capitalismo y el comunismo.