Wilder se encontraba ya en los compases cercanos al final de su prodigiosa carrera, pero aún había firmado la extraordinaria “Avanti” el año anterior, y volvió a sus niveles más altos (y eso es decir mucho) de creatividad e ingenio para hacernos disfrutar muchísimo con esta nueva adaptación de la obra teatral del mismo nombre de 1928, y que ya había sido llevada al cine dos veces, la segunda de ellas (“Luna Nueva”, Howard Hawks, 1940) considerada con justicia una obra maestra de la comedia clásica.

Pero eso no arredró al gran Billy, que ayudado por su inseparable coguionista I.A.L. Diamond, decidió situar la acción en el Chicago de los años 30 y devolver al protagonista su género masculino original. El resultado es una película divertidísima, dinámica, ocurrente, irónica, reflexiva, brillante, con esa habitual mirada cínica y crítica del director hacia el ser humano y la sociedad.

Enormes los dos protagonistas (compenetradísima pareja también en “En bandeja de plata”) y también los secundarios, con mención especial para la prostituta que clava Carol Burnett. Una deliciosa película, plagada de momentos tronchantes.